Johann Trollman, desconocido
by Daniel Diaz Heredia
Hace un tiempo que se rememora el aniversario de la espectacular victoria de Jessie Owens en las olimpiadas de Berlín de 1936. Este rotundo éxito de la potencia norteamericana en manos de un afroamericano consternaba al régimen nazi que no podía negar la superioridad atlética de su contrincante “No-Ario”. Lo curioso es que pese que la Alemania nazi no admitía la igualdad de las personas en Estados Unidos que presumía de modernidad y democracia, los ciudadanos negros eran tratados como ciudadanos no de segunda sino de tercera clase.
Imaginemos a un joven Jessie Owens que tras superar muchas dificultades y tener una fuerza de voluntad enorme llegó a ser un plus-marquista internacional, a pesar de todas la trabas sociales y todas las dificultades económicas que suponía ser de origen africano y humilde en Estados Unidos de mediados de los años veinte.
Mientras Jessie Owens recibía el reconocimiento de todo el mundo por sus merecidos triunfos, otro atleta de otra disciplina y otra minoría étnica se sumergía en el mayor de los anonimatos… me refiero al desconocido Johan Trollman “Rukeli”.
Johann Trollman tuvo la mala suerte de ser gitano en la Alemania nazi. La mala suerte de ser una figura demasiado radiante para el oscuro tercer Reich. Johann Trollman, apodado “Rukeli”, se crió en la zona industrial de Hannover donde pronto llamó la atención del que sería su entrenador Erich Seelig. Seelig y Trollman desarrollaron un estilo de boxeo marcado por un armonioso baile de piernas que chocaba con el estilo tosco de boxeo parado propio del pugilismo de principios de siglo XX.
En 1933 con la llegada del nazismo al poder, los medios deportivos comenzaron a criticar los éxitos de Trollman tildando su estilo de “afeminado” o de “no ser propio de un boxeador ario”. En Junio de ese mismo año Johan Trollman disputa el título nacional de peso semi-pesado con veinticinco años de edad. Trollman ganó con diferencia al campeón Adolf Witt por una marcada diferencia a los puntos, pero los jueces no podían reconocer la victoria y decretaron el combate nulo, las quejas de los espectadores aclamaban a Trollman como ganador…Trollman lloró de la emoción en el ring.
Ocho días bastaron para que la federación deportiva alemana retirará el título nacional y requiriera un nuevo combate para dar la validez del título ya que alegaron que llorar en el ring no era propio de un atleta alemán. En este segundo combate contra Gustav Eder, la federación le prohibió hacer su juego de piernas, es decir tenía que perder el combate o le quitaban la licencia de boxeo.
Cuando llegó el día del combate, y para ridiculizar la política nazi del guerrero ario, Trollman se subió al ring con el cuerpo embadurnado en harina y el pelo teñido de rubio burlándose del estereotipo de guerrero ario. Durante el combate se quedó parado sin moverse aguantado los golpes del rival hasta el quinto asalto.
Después de este combate la carrera de Trollman no se repuso. Las leyes anti-gitanas del tercer Reich hicieron esterilizar al púgil junto a miles de gitanos. Pocos años después, en 1939, la Wehrmacht lo moviliza al frente del este, para hacer su “servicio desinteresado al III Reich”.
El calvario de Johann Trollman “Rukeli” no hizo más que empezar ya que en 1942 Himmler firma el decreto de Auschwitz y Trollman es recluido en el campo de Neuengamme, donde acabaría falleciendo. Hay varias versiones sobre su muerte, la primera es a causa de una herida de bala y otra versión nos lleva a pensar que murió tras un combate de boxeo fraudulento contra un Kapo (prisionero que colaboraba con los carceleros) que tras ser noqueado por Rukeli, apaleó hasta la muerte a Johann con la complicidad de los carceleros. Tenía treinta y cinco años.
En 2003 la familia de Johan Trollman Rukeli recibió el título de campeón de peso semi-pesado alemán, a título póstumo. En Hamburgo hay un monumento a su memoria.
Además de todo el castigo sufrido Trollman, la falta de reconocimiento de su figura se hace si cabe aún más grave. Mientras Jessie Owens tomaba la medalla de oro de los juego Olímpicos de Berlín de 1936, superando las barreras que implicaba ser un ciudadano negro en Estados Unidos, Johan Trollman “Rukeli” era esterilizado y llevado a un campo de concentración después de luchar por un estado que lo condujo de una condena a otra por el mero hecho de ser gitano. Y es que en una sociedad cada vez más mediática el mayor daño que se puede hacer a un colectivo como el gitano es el olvido.