El drama de ser gitano en Ucrania
by Ramón Flores
Más allá del drama que supone una guerra en pleno siglo XXI, una vez más las comunidades gitanas son las más golpeadas.
Ya se avisaba a finales de 2021, que los radicales neonazis en Ucrania estaban atacando a residentes gitanos en la ciudad de Irpin, muy cerca de Kiev, donde se venían celebrando marchas antigitanas con la connivencia de la policía y las autoridades locales, que aclaraban que aquello era solo una reunión pacífica.
Ya de por si es de extrañar que una reunión de grupos paramilitares de extrema derecha sea tildada de pacífica, pero como siempre, sabemos que ser racista antigitano sale muy barato en esta Europa tan nuestra.
En pleno 2022, con una invasión y un ataque sin precedentes de un país a otro, las comunidades gitanas de la región vuelven a ser las más vulnerables de todo este conflicto y de nuevo, la comunidad internacional mira para otro lado.
En el caso de Ucrania, no es nada nuevo, ya en 2017 se ignoró totalmente el asesinato de un líder activista romaní en Kharkiv.
Pero, en estos tiempos actuales se confirma que, quien siembra vientos, recoge tempestades. Cuando le das carta blanca a grupos radicales paramilitares, como el batallón Azov, para trabajar codo con codo con las fuerzas de seguridad estatales y bajo el paraguas del ministerio del interior para librar una feroz batalla en la región oriental del Donbass, pasan esas cosas. Normalizar la presencia de radicales violentos en cualquier país que se considere democrático, nunca es una buena idea.
Bajo la administración de Zelenski no ha mejorado un ápice los enfrentamientos y la presencia de radicales en el país, más bien ha intentado construir un gobierno donde contar con supuestos expertos (Zelenski, no lo olvidemos, es un actor haciendo política) para llevar a cabo las tareas más difícil, como colocar a Arsen Avakov al frente del ministerio del Interior, un tipo muy cercano al mencionado batallón Azov o a la agrupación Pravy Sektor, es decir, ha instalado radicales de extrema derecha en las instituciones oficiales.
Todo esto para las minorías gitanas en Ucrania es un drama del más alto calado. Ya sabemos cómo acabaron estas cosas en Polonia, República Checa y Hungría cuando dejas a la extrema derecha campar a sus anchas.
En aquellos momentos, el G7 se puso digno y elevó la voz, preocupándose por los movimientos extremistas en Ucrania, pero todo se quedó ahí. La Unión Europea hizo lo que mejor se le da en los momentos difíciles: ver, oír y callar. Esa misma UE que hoy aplaude el discurso lacrimógeno del presidente Zelenski.
Sin embargo, incluso cuando algunas personas gitanas toman parte del conflicto para defender su tierra, son motivo de mofa por parte de la comunidad internacional.
Se alaba la valentía de los ciudadanos ucranianos cuando defienden sus ciudades contra tanques y ejércitos armados, pero si lo hacen los ciudadanos gitanos, la prensa se ríe y se mofa, aunque por fortuna no toda.
Y hoy, en pleno 2022, tenemos un conflicto bélico en Europa, pero de nuevo las comunidades gitanas son ignoradas, violentadas y perseguidas y ya estamos siendo testigos de las dificultades de escapar de la violencia en Ucrania dependiendo de dónde seas y de a qué grupo étnico perteneces.
Periodistas de muchos países ya están denunciando las dificultades de escapar de Ucrania para ciudadanos africanos y asiáticos, con distinción de colas para ucranianos y extranjeros.
Adivinen en qué colas están los ciudadanos gitanos…
Aun así, las comunidades gitanas que resisten en Ucrania no están dudando ni un segundo en defenderse. Incluso en otros países, como Eslovaquia, las organizaciones gitanas están ayudando sin descanso en el transporte y acomodo de cientos de refugiados en la frontera con Ucrania sin mirar pasaporte u origen étnico, tal y como se recogía en el portal Romea.cz hace unos días.
También en Hungría, las comunidades gitanas locales se están organizando para acoger refugiados y ofrecer, principalmente a los niños, la asistencia que necesitan.
Pero, ¿cómo será Ucrania después de todo esto? ¿En qué lugar quedarán las poblaciones de personas romaníes no sólo en ese país, sino en el resto de Europa?
La memoria colectiva es de corta duración. Los tiempos pasarán y las comunidades gitanas seguirán siendo ignoradas, golpeadas y masacradas.
Malditos sean los tiempos de guerra y malditos sean los tiempos interesantes.