Reflexiones gitanescas sobre el 12 de octubre

por Pedro Casermeiro

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Probablemente al tratar de traspasar mis reflexiones sobre el 12 de octubre al teclado del ordenador estaré entrando en un jardín de difícil salida, en cualquier caso siempre me quedará la opción de intentar deshacer mis pasos y borrar todo lo que escriba. No obstante intentaré que esto último no suceda y poder expresar con cierto orden y claridad algunas de las ideas que no dejan de perturbarme desde hace ya tiempo.

El 12 de octubre se celebra el Día de la Hispanidad, o la Fiesta Nacional de España, ya que ese mismo día de 1492 Cristóbal Colon pisó América, aunque él pensara que se encontraba en Japón. En cualquier caso lo que realmente se celebra no es la llegada de Colón a América sino la importancia que ello tuvo para la creación del Estado Español y la unificación de diferentes territorios peninsulares bajo la monarquía de los reyes católicos y la proyección de la cultura y lengua española.

Y aunque para la mayoría de personas, la celebración de esta efeméride parezca algo razonable, existen muchas voces críticas. En Cataluña y en el resto del Estado se está generando una gran polémica por la decisión del consistorio badalonés de no celebrar la diada y trabajar como cualquier otro día del año, arguyendo que el 12 de octubre de 1492 acabó dando lugar a un genocidio cultural y humano.  Y ciertamente, la colonización de América por parte de las naciones europeas tuvo un denominador común: la imposición de la cultura, la lengua y la religión del país colonizador y la anulación forzosa de las culturas, lenguas y religiones indígenas.

Para muchos, esta discusión puede parecer algo trivial, ya que han pasado más de 500 años de aquel momento, y lo que hoy día se celebra no es el genocidio cultural de los pueblos indígenas, obviamente. Sin embargo creo que es muy positivo y sano desde el punto de vista democrático que podamos discutir este tipo de cuestiones en nuestro país. ¿Y por qué es positivo poder discutir sobre ello? Muy simple, porque dentro de nuestro propio país siguen existiendo heridas abiertas muy profundas. Lo que estos días se está subrayando es el genocidio cultural llevado a cabo en América, no obstante nadie se acuerda del genocidio cultural que también se inició a finales del siglo XV en la propia península ibérica con otros pueblos como víctimas. En 1499, siete años después del descubrimiento de América, los reyes católicos promulgaron la primera pragmática contra los gitanos y su forma de vivir. Y ese es el preciso momento en que la cultura y el pueblo gitano empezaron a debatirse entre la exclusión, la marginación o la asimilación … y 600 años después seguimos prácticamente en la misma disyuntiva, con las consecuencias sociales que todos conocemos.

Entender la historia es el primer paso para entender el presente y trazar el futuro con cierta armonía. Lo negativo de la polémica creada estos días son las formas. Parece que funcionamos a “arreones” políticos, y que cuando pase una semana todo este tema habrá quedado en el olvido hasta el año que viene. Considero que necesitamos revisar la historia, reivindicar todo aquello que se nos sustrajo y analizar las consecuencias de todo ello. Necesitamos “hacer pedagogía”, no basta con un calentón político de una semana, hay que ir más allá, y hay que hacerlo respetando a todo el mundo y sin herir sensibilidades. El 12 de octubre, aunque para algunos simbolice el inicio de un genocidio, es la fecha en la que se celebra la cultura, la lengua y la identidad nacional de un pueblo, y debe ser respetado, por grande o pequeño que sea. Y repetimos, no se celebra la aniquilación de nadie, ni se celebra en contra de nadie. Por ello, cualquier objeción de conciencia sobre la celebración de esta fecha debe plantearse desde una posición empática y respetuosa con quien la celebra, pero a la vez asertiva y pedagógica.

¿Tendría sentido pedir que esta celebración cambiara de fecha para así evitar herir sensibilidades? Si la respuesta es sí, entonces también tendría sentido que los gitanos solicitásemos que se retirasen todos y cada uno de los monumentos erigidos en honor a cualquier monarca que hubiera promulgado alguna pragmática contra nuestra cultura o idioma. Esto parecería una barbaridad, pues bien, se ha hecho y se está haciendo con todo aquello que recuerda al caudillo de España por la gracia de Dios. En cualquier caso, mi respuesta personal a la pregunta sería un claro “no”. La revisión de la historia debe enriquecernos como sociedad y como democracia, y para ello debe hacerse desde el sosiego y la neutralidad que deben aportarnos 600 años de historia compartida. No podemos juzgar con nuestros valores actuales lo que sucedió entonces, sino no quedaría títere con cabeza. No podemos juzgar ahora a la iglesia católica por la Inquisición, como tampoco podemos juzgar ahora a la monarquía ni al estado español por el genocidio cultural del pueblo gitano o los pueblos indígenas ocurridos hace cinco siglos.

Sin embargo, remarco que sí debemos estudiar y comprender lo que sucedió y promover la restitución de las víctimas, en este caso diferentes pueblos que, como los gitanos o los indígenas, nos vimos obligados a olvidar nuestra lengua, nuestra cultura y nuestro modo de pensar. Para nuestro pueblo en particular es de vital importancia. Después de varias décadas en las que se está trabajando por la integración o la inclusión o “lo que sea” del pueblo gitano, pocos se han parado a pensar que lo primero debería ser la restitución de nuestro pueblo en su conjunto, de nuestra cultura, centrándose en nosotros como pueblo, como colectivo, como nación, y no como personas individuales que buscan una mejor situación socioeconómica, que es en lo que se centran el 99% de las políticas sociales dirigidas a los gitanos. Mientras no se cambie el prisma y se entienda que somos un pueblo y se nos trate como tal, seguiremos en nuestra eterna encrucijada: la marginación, la exclusión o la asimilación.

Espero que este tipo de debates que empiezan a surgir no se cierren de un portazo y tampoco queden enquistados convirtiéndose en una arma arrojadiza más entre posiciones políticas opuestas. Espero que podamos debatir y comprender a fondo cuáles son los efectos de las políticas actuales sobre las relaciones entre pueblos y culturas en continuo contacto. Espero que se llegue a entender algún día que la promoción de cualquier cultura no debe pasar por la ofensa o sometimiento de otra cultura. Y espero que se comprenda que el pueblo gitano es un pueblo con una cultura y una identidad colectiva, y no un grupo de personas con necesidades socioeconómicas.

Y llegados a este punto, espero estar cerca de la salida del jardín en el que decidí entrar voluntariamente hace un rato …