Rosa Parks, la Motown, los gitanos y el flamenco
by Juan José Suárez Laso
Una fucking jodida tarde del uno de diciembre de 1955, Rosa Parks, una hermosa mujer negra con una preciosa florecilla en su pelo no quiso levantarse de su asiento en un autobús de línea para que un blanco, según obligaban las leyes de segregación de los EEUU de América, se sentara en él. Los asientos de la parte delantera de cualquier autobús estaban reservados para los blancos. Era una fucking jodida tarde fría en Montgomery, Estado de Alabama, en el profundo sur del profundo y jodido fucking racismo americano. Ella no estaba cansada después de un largo día de trabajo al servicio de los blancos, lo que estaba era harta de tener que rendirse a la voluntad de cada blanco en todos sus días. Llegó la policía, la detuvieron y estuvo en la cárcel unos días. Las mujeres negras de Estados Unidos vieron en este hecho la ambición de cambiar sus días, sus noches y sus espíritus jodidos.
Ese día cambió la historia del mundo, también la de la música ya que, desde esa tarde de invierno, las mejores voces negras y los mejores compositores de la música norteamericana empezaron a cantar y a componer de otra forma. Sus letras, sus melodías y su rabia dieron lugar a un nuevo sonido, fresco y liberador que trajo el nacimiento, poco después, de un sello discográfico desde donde todas estas intérpretes cambiaron el jodido fucking espíritu del mundo. Y digo del mundo porque la repercusión que tuvieron sus canciones hizo sentirse negra al resto de la humanidad.
Aquí no hablaré de la capacidad de la música de trascender todos los códigos, leyes y prejuicios. Hoy solo quiero reflexionar de la trascendencia de la Motown, ese sello discográfico que tomó este pequeño acto de Rosa Parks para devolver el fucking odio racial al resto del mundo transformado en amor y música, en belleza y reivindicación, en acción política a través de canciones que tuvieron un éxito brutal por todos los rincones del planeta. Todos, blancos y negros, bailaron al ritmo de esas canciones.
La Motown Record es un sello discográfico estadounidense fundado por Berry Gordy Jr. en 1960. Su primera sede la tuvo en Detroit. La Motown desempeñó un papel importante en la integración racial de la música popular negra americana. En la década de 1960 crearon un nuevo sonido Soul. En esa década colocó 79 discos en el top-ten, la lista de éxitos del país. De 1961 a 1971 algunas de las artistas que grabaron en el estudio de este sello fueron The Supremes, con Diana Ross, Las Four Tops, los Jackson Five, Stevie Wonder, The Miracles, Marvin Gaye, The Marvelettes, The Temptation, Otis Redding, Lionel Ritchie, y muchas otras solistas y grupos que han transformado el siglo veinte y han destruido algunas barreras raciales.
Smokey Robinson, uno de los creadores del sello, decía: “En los años sesenta, yo aún no era consciente de que no sólo hacíamos música, sino también historia. Reconocí los puentes que cruzamos, los problemas raciales y las barreras que derribamos con la música. Lo reconocí porque lo viví. Iba al sur en los primeros tiempos de la Motown y el público estaba segregado. Luego empezaron a escuchar la música de nuestro sello y cuando volvíamos al hermoso sur, el público estaba integrado y los niños bailaban juntos y se cogían de la mano.”
Esta discográfica se especializó en el Soul y creó un sonido identificable denominado Sonido Motown que solía utilizar panderetas para acentuar el ritmo de fondo, líneas de bajo eléctrico prominentes, a menudo melódicas, con estructuras y acordes distintivos y un estilo de canto llamada y respuesta que tenía su origen en la música Góspel. En 1971, Jon Landau, el crítico de la revista Rolling Stones, escribió que este sonido consistía en canciones con estructuras sencillas pero con melodías sofisticadas, junto a un patrón de batería de cuatro tiempos, el uso regular de vientos y cuerdas, y un estilo de mezcla de los agudos que se basaba en gran medida en la limitación y ecualización electrónicas (aumento de las frecuencias de gama alta) para dar a la creación un sonido distintivo particularmente eficaz para su difusión por la radio AM. También se utilizaron técnicas de producción Pop, como el uso de secciones de cuerdas orquestales, secciones de trompa y voces de fondo cuidadosamente arregladas. Se evitaban los arreglos complejos y los riffs vocales elaborados y melismáticos. Los creadores del sonido Motown creían firmemente en el principio “Keep it Simple, Stupid!”.
Y es que La Motown es algo más que una compañía discográfica. Supuso en su momento una auténtica revolución más allá de la música. Sus pegadizos temas llenaron los puestos más altos de las listas de éxitos, antes solo reservadas a artistas blancos. De esta manera, el sonido Motown se convirtió en la banda sonora de la lucha por los derechos civiles y contra la segregación racial. Hoy en día, en EEUU, parte importante de la gran industria musical está dirigida por músicos negros que supieron desarrollar y continuar con el legado de esos abuelos negros de los cincuenta. Siguen contando sus historias a través de sus canciones. Siguen reivindicándose y ocupando el lugar del creador en una sociedad que necesita de una figura así para seguir avanzando.
Los gitanos lograron con su cante, hace cerca de doscientos años, que un sonido nacido en las casas gitanas cambiara el espíritu de una época y de un país como España. Aquí toda una sociedad, una cultura se rindió ante el sonido malherido de tanta crueldad y sumisión. El nacimiento del Flamenco es la salida a la calle del dolor de un grupo bendecido por la música y que a través de ella airea su herida para curarla. En cierta zona de Andalucía, desde finales del siglo diecinueve se vivió el cante gitano como una revolución espiritual que mudó al resto del mundo, y es que en Europa, en Japón, en EEUU y en otros muchos países, el Flamenco ha sido y es una música amada, reconocida y que entusiasma al público. ¿Qué fuerza hace que un cante gitano transforme la vida de un filipino, de un chino, de un payo? De esto tampoco hablaré. No puedo, no tengo espacio.
Pero tengo otra pregunta que hacer. ¿Qué ha pasado para que esta música nuestra haya quedado estancada y sin desarrollo a partir de los ochenta y noventa? Llevamos cerca de treinta años sin reconocer al gitano en una dimensión profunda desde su música. ¿Dónde ha quedado escondida, tapada y oculta esa fuerza musical? ¿Qué es lo que ha hecho que el gitano y la gitana dejara de cantar su dolor y dejara de enamorar y cambiar a la gente? Preguntas que me hago porque veo que el Flamenco ha desaparido, porque no hay industria musical dirigida por gitanos desde donde poder ocupar ámbitos de poder social. Y los hubo, porque en los primeros años del siglo veinte, eran los gitanos y las gitanas las que grababan en estudio, creaban industria y desarrollaban un sonido propio desde su creación artística. Y tenían un cierto reconocimiento y poder social. Escúchese las grabaciones de Pastora Pavón, la Niña de los Peines, o de su hermano Tomás Pavón y reconoceremos un sonido de estudio diferente y único creado por los ingenieros de las casas de discos de la época junto a estos artistas que dejaban impronta y exigían un sonido concreto en sus producciones y proyectos musicales. Eran, por lo que cuentan las crónicas, muy rigurosos y orgullosos en sus creaciones.
Años más tarde, Antonio Mairena y Manolo Caracol ocupan el lugar del profesional, del artista que se entrega a su proyección comercial y social creando, ambos, una competencia estilística y vital seguramente dosificada y manipulada para que la repercusión fuera la máxima posible. Recordamos a los “mairenistas” y a los “caracoleros” como esas familias irreconciliables que defendían un tipo de cante, un tipo de Flamenco y, al fin, un tipo de proyección social del gitano y la gitana en el mundo. Mairena desde la Universidad dando conferencias sobre el Flamenco más abierto y universal, y Caracol matizando los “soníos negros” como reclamación del Flamenco puro hecho por gitanos. Nos enseñaban a ser gitanos y gitanas en un mundo que cambiaba y era cambiado, de nuestra postura y colocación en el mundo para seguir transformándolo y enmendándolo.
Luego, en los setenta, recordamos a Lole y Manuel, el sonido de Sevilla con el rock andaluz en ciernes o el rock progresivo como bandera, a los Smash, una época hippie que generó agrupaciones musicales gitanas propias, con sus letras y su sonido. Esos hippies gitanos enseñaron a ser hippies a una generación entera de gitanas y gitanos, les enseñaron a estar en el mundo y a posicionarse en él a través de su obra artística. Los Pata Negra después, en la Sevilla de los ochenta, y para el resto del mundo. Camarón y su experimento social “La Leyenda del Tiempo”. Los propios gitanos y gitanas iban a devolver el Lp a las tiendas de discos porque no entendían tal manifiesto vanguardista. Y eran los propios gitanos los que hacían las producciones, creaban el ambiente necesario para que estos mensajes llegaran. Las Grecas, Los Chorbos, Los Chichos, el sonido Cañorroto de Madrid, muy en la línea estilistica de la Motown por cierto. Solo hay que escuchar aquellos discos y nos asomamos a un ejercicio de traer a España el sonido Motown. En el Madrid de aquellos setenta se veía a gitanos y gitanas vistiendo como los negros de Harlem o el Bronx. Ketama y La Barbería del Sur ya en los noventa con su enorme éxito comercial y giras de primera categoría por el mundo entero. Yo me crie con ellos y puedo decir que me enamoré escuchando una canción de Ketama. Ellos me enseñaron a enamorarme. Y ahí termina la industria musical gitana que no se ha repuesto, no ha continuado o no ha sabido mantenerse. Sellos discográficos que apostaron por una energía que provenía de los propios intérpretes y grupos musicales gitanos, una energía creativa y reivindicativa de cómo ha de situarse el gitano en el mundo.
Los negros, con su industria, continúan generando espíritu e ideas. Los gitanos españoles transformaron el mundo un día, soltaron su odio para transformarlo en amor, pero han dejado de intervenir e influir en la sociedad a base de no tomar al asalto aquello que les pertenece, el Flamenco. Así nuestras reivindicaciones siguen el cauce seco y corto de la política y han dejado de llevarlas por la amplia y fructífera música. Y solo se necesita un fucking jodido estudio de música, gestionado por gitanos, desde donde transformar el Flamenco a un sonido actual y contar, desde producciones cuidadas, nuestras ideas, protestas, quejas más íntimas y contemporáneas. Y creo profundamente en que el gitano, lejos de ser un mal político, es un excelente músico y creador de arte, de proyectos artísticos que calan en la sociedad y la convierten en más sensible, humilde y rica.
Y me diréis, ¿quién puede gestionar un sello discográfico desde donde crear proyectos musicales de intérpretes gitanas y gitanos que generen un buen contenido? ¿Quién puede hacer de ello un éxito comercial con una difusión amplia? Pues no lo sé. Pero sí sé que en cuanto vengan dos o tres primos y primas listas, que no tienen nada que ver con la música y sus entrañas, y que estarán puestas ahí porque han hecho un grado superior en Formación Profesional o son las hijas o hijos de los aburridos gitanos que ocupan un lugar de poder, todo se fucking joderá para dar paso a un aburrido conato de sello discográfico sin ninguna potencia de espíritu, sin potencia musical. Y lo sé porque conozco a estos listos y listas, ¡están por todas partes! y me descubro angustiado al decirlo temiendo que también metan su mediocridad en mi amada Música.
¡No señores! ¡No señoras! Aquí se necesita de músicos que activen producciones musicales con criterio, verdad y talento, que graben a intérpretes y compositores de diferente procedencia y personalidad, pero que tengan algo que decir y, sobre todo, se necesita de personas que tengan un concepto claro de cómo crear un nuevo sonido musical que haga que nuestras reivindicaciones lleguen directamente a través del alma. Da igual el estilo, da igual el salto mortal que haya que hacer, lo importante es crear una pequeña industria musical gitana, un sello discográfico que vaya creciendo con criterio y valor creativo. Si no cambia el Flamenco, éste morirá como lo está haciendo, y ya no tendremos fucking jodida voz con la que disparar y expresar lo que somos. La política, esa vieja moribunda, no es el camino. La radiante música sí lo es. Los negros en los años cincuenta y sesenta lo supieron hacer y ahora continúan con un legado del que nadie duda que es negro de raíz. Los gitanos se han dejado robar su único y más reconocible gesto cultural, espiritual y universal. Y el Flamenco está a punto de desaparecer como instrumento de poder y protesta que cambie nuestro fucking jodido mundo.
Desde aquí a todas las Rosas Parks del mundo que nos ayudaron con un leve gesto a reconocernos independientes, libres y conscientes. Y desde aquí convocar a los gitanos y a las gitanas a pensar acerca de lo que debería ser gestionado por nosotros mismos.