Gaza mon amour
by Juan José Suárez Laso
Su cabecita cae para atrás, su cuellecito tronchado.
Una mujer, madre, sostiene en su regazo el cuerpo sin vida de su niño, de su criatura, de su vida. Matado por una ráfaga del fuego militar israelí. Sangrante todavía el cadáver, envuelto en un sudario blanco empapado en su propia sangre.
Cuando das besos a tu hijo, te huele a animal vivo, sabe a vida entera, intacta, robusta, inalterable. Una mujer, hija y nieta de la casta pobre de la miseria, con su niño asesinado en el regazo siente en sus entrañas un dolor que no tiene nombre. No se puede explicar. Queda muda, y cada nervio de su cuerpo ha renunciado, ha cedido, se ha sometido al dolor más profundo que la vida puede imponer. El llanto ya no es llanto, brota de otro lugar más tierno y tiene otro nombre, es otra cosa. Ese dolor es incomprensible para mí.
“De lo que no se puede hablar, mejor guardar silencio.”
Esta imagen no es una querencia retorcida por el suceso escabroso. Esta realidad me la encuentro en fotografías, imágenes que llegan desde Gaza y Rafah en estos odiosos días imposibles ya de olvidar. Nos llegan diariamente noticias de lo que ocurre en Palestina. Pero es que este conflicto ya lleva demasiados años abierto. Hay un problema en esa tierra desde principios del siglo veinte cuando el pueblo judío comenzó a migrar allí para defenderse del odio en Europa. Fue en 1947 cuando hubo un gran éxodo tras la segunda guerra mundial. La ONU quiso organizar aquella huida/refugio dando un territorio/paraíso al pueblo judío para que se recompusiera después del infierno sufrido. Pero la voluntad más férrea del ser humano, la de la procreación, se ha impuesto severamente y los judíos y árabes crecen y crecen en número en un espacio limitado. Queremos vivir en paz, dicen todos. Pero para vivir, se necesita tierra donde construir casas, plazas, avenidas, hospitales y colegios… Para vivir se necesita de agua, gas y de petróleo. Y luego, las abominables religiones que todo lo trastocan imponiendo el infierno en la tierra, infierno necesario para construir el ideal paradisíaco del más allá, imprescindible para su existencia. “La infelicidad del hombre y de la mujer será eterna”, esa es la máxima de cualquier religión que se precie. Y la lucha por un pedazo de tierra, de espacio para crecer, se convirtió en el germen de lo que a hoy asistimos desvelados.
El moderno fusil de asalto TAP-21, o simplemente Tavor, es un moderno fusil de calibre 5,56 mm fabricado por Israel, considerado como una de las mejores armas de su categoría por su fiabilidad en condiciones adversas. Utilizado por los militares del Estado israelí junto a otras armas y bombardeos continuados ha dejado ya sesenta y dos mil muertos civiles, diecisiete mil cuatrocientos noventa y dos de ellos niños y niñas, todos civiles indefensos. Cerca de quince mil desaparecidos que no aparecerán nunca (cantidad a fecha de uno de junio del veinticinco. Hoy, después de escuchar las noticias, sumamos 407 asesinatos. ¡¡Serán muchos más…!!) Cada ráfaga de fuego militar contra la población civil desarmada es el acto criminal de un Estado en pie de guerra contra su propia historia.
Dos militares israelíes están sentados en una piedra del camino, descansando.
_MILITAR ISRAELÍ 1: ¡Qué bonita tarde Efraím!
_MILITAR ISRAELÍ 2: Preciosa…
Un pajarillo ridículo, con un plumaje ridículo se posa al lado de la piedra donde están sentados los dos compañeros, brazos asesinos, ejecutores del odio enquistado y hediondo del Estado israelí. Sus queridas armas entre las piernas. Toman un descanso de la última guardia antes de continuar con la orden de vigilar el paso de Rafah.
_MILITAR ISRAELÍ 1: ¡¡Cuánto sufrieron nuestros abuelos en los campos de exterminio europeos!! Ahora somos un país libre y debemos defendernos de nuestros enemigos. No volveremos a pasar por aquel infierno. Fue un abismo que no podemos olvidar. Hamás y Hezbolá son, ahora, nuestros enemigos. El Estado de Palestina, nuestro objetivo militar a destruir.
_MILITAR ISRAELÍ 2: ¿Cuándo has estudiado tú ciencias políticas?? Joder con la chapa. ¡¡ Pilla a Lolita !! se refiere al fusil ¡¡ Y vamos a cazar bichos!! Ríe a carcajadas.
El pajarillo los mira como si entendiera lo que hablan.
_MILITAR ISRAELÍ 1: Me duele.
_MILITAR ISRAELÍ 2: ¿Qué te duele ahora? Cabreado.
_MILITAR ISRAELÍ 1: La sangre.
_MILITAR ISRAELÍ 2: ¡Madre mía! Resopla y se lleva las manos a la cabeza. Pues aprieta el gatillo coño!! Alivia!! Mano de santo!!
El Estado israelí lleva en su constitución la memoria de un genocidio bestial sufrido en propias carnes. De un salvaje exterminio como sólo puede hacerlo el ser humano. Al humano le llega la palabra, el pensamiento, para organizar y anticiparse al sufrimiento futuro. A lo que vendrá y puede ser remediado. “Logos”, concepto que marca el inicio de la “civilización filosófica” en Europa, proviene de la acción “Legein”, que es urdir con estrategia para protegerse de acontecimientos negativos futuros. El ser humano desarrolla la palabra para defenderse de su entorno y de la inseguridad esencial de la propia vida. Conocer al astuto Ulises para comprenderlo. Los judíos sufrieron en Europa. En la segunda guerra mundial fueron exterminados millones de ellos. Cuántas películas hay de esto, cuántos documentales hay de estos hechos, cuánta memoria e información hay de lo que ocurrió: La Shoá, la catástrofe en hebreo. Es como si social y culturalmente nos hubieran metido esta información brutal en la cabeza con la alta intención de que aquello no vuelva a ocurrir nunca; pero que en realidad ha servido para anestesiarnos la conciencia y la acción cuando estamos viendo que está ocurriendo lo mismo en territorio palestino y no hacemos nada, los propios judíos callan algunos, otros están de acuerdo con este genocidio, exultantes y alegres vibran de emoción ante la venganza, el odio y el asesinato. Y seguro que racionalmente lo pueden explicar y justificar ¡¡Y es lo mismo, es lo mismo, pero con más gasto militar!! Los países productores de armas están haciendo caja, haciendo el agosto de sus economías; entre ellas España y sus armas de pequeño calibre, que parece que maten menos. Ahora, la razón de un Estado sionista, el sentido colonialista del pueblo judío de origen europeo que se impuso en Palestina, desde el principio de la ocupación, a través de conceptos como la “superioridad moral” o “el pueblo elegido”, su sed de venganza clavada en el alma, y la economía estadounidense, les ha dado el poder del abuso.
Cuando vuestros nietos matan inmisericordemente a niños y a niñas han perdido totalmente la razón, se han vuelto locas vuestras nietas que se apoyan en vuestra terrible experiencia para cometer estos asesinatos sin piedad. La memoria a veces hace perder toda compasión, la humanidad se pierde en la memoria retorcida, tortuosa, que transforma el dolor en odio y en venganza.
Mi recuerdo y mi respeto a todos y a todas las judías que sufrieron odio y venganza. Mi amor por ellos es infinito.
_MILITAR ISRAELÍ 1: ¿A cuántos has cazado?
_MILITAR ISRAELÍ 2: No llevo la cuenta… Estás jodiéndome con tanta pregunta de mierda, eh!! Cabreado y angustiado.
_MILITAR ISRAELÍ 1: Hay que hacerlo, cazar a todos nuestros salvajes enemigos que desde pequeños llevan en la sangre el odio por nosotros metido hasta el tuétano.
_MILITAR ISRAELÍ 2: ¡Joder con el filósofo de mierda! ¡¡Me cargas!! Llevamos la razón y punto. Netanyahu lo dice bien clarito. ¡¡Somos unos soldados de la hostia!! Levantándose.
El pajarillo se posa en la boca del fusil, el soldado Efraím sacude su arma y ésta se dispara.
_MILITAR ISRAELÍ 1: Joder!!! Que es un puto pájaro …
_MILITAR ISRAELÍ 2: ¡¡ Pues eso, a matar pájaros Emanuel!!
Ya nunca será posible la reconciliación. Y quien la sostenga nos vende humo. La cosa no tiene vuelta atrás. Todos los niños mutilados, todas las niñas huérfanas darán en herencia a su prole el odio y la rabia. Y el amor, el remedio de todo, el único amparo que es digno de llamarse así, está desajustado y roto en ese territorio para siempre. El mestizaje, la única solución posible: “Cuando mis nietos tengan la sangre de mis enemigos en sus venas se arreglará todo, mi alma descansará”. Entonces, irremediablemente y como un riguroso y preciso resorte, aprenderemos a ser enemigos de otra sangre… Es un bucle canalla del que es imposible zafarse.
¿Y quién dará alivio al dolor de una madre que sostiene en sus brazos a su criatura desangrada?, el peso leve del amor de su vida. El cuerpo de un niño de apenas siete años asesinado por un militar judío, adulto, en plenas facultades de lo que hace, con órdenes estrictas de lo que debe matar, y asesinar con la firme convicción de hacerlo. ¿Cómo se alivia ese dolor, ese tormento ya para el resto de su vida? ¿qué hay que hacer para aliviarlo? Maldigo el Dios nacido del odio y de la envidia del ser humano, maldigo las religiones, maldigo a esos políticos y militares que han llegado a esto. Pero el alivio de esa mujer, de esa madre, no la olvidemos, ya no puede proporcionarse. Queda rota de por vida. Muerta en vida. Mejor morir que recordar cada día el leve peso de su criatura muerta en sus propios brazos. Es un recuerdo que se te queda en cada músculo. No se puede desunir ese recuerdo del dolor físico. Los brazos de esas madres recuerdan el peso exacto de su criatura muerta, para siempre.
Testigos del terror. Una madre palestina habla sola en un pasillo estrecho y miserable. Espejos rotos por todo el espacio: un trozo colgado aún de la pared, otro pedazo desmoronado por el suelo… Se va manchando la cara con la mezcla de agua y ceniza que va amasando con sus propias manos en un capazo que tiene delante de sus rodillas. La mezcla le va poniendo blanco su rostro, blanco como la cal.
MADRE PALESTINA: A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba, ciega. Salvaje selva, áspera y fuerte, que me devuelve el terror al pensamiento. Amargo como la muerte fue mi paso por esa senda de infierno y horror. Nadie acudió a nosotras para salvarnos. Estaba como dormida, sumida en un sueño irreal, en una profunda pesadilla. Era un valle donde el corazón aterrado se paraliza. Porque era de noche y no amanecía, una noche eterna que está escondida y llena de maldad. Con tanta angustia y aliento anhelante vi a las mujeres que allí aparecían. Traspasaban la vida, aquí en la muerte. Entonces, vi a una niña sola y perdida que sin su madre miraba como una loca la aguja del agua roja y podrida. Se puso delante mía y no me dejaba paso. Quería algo, pero su voz no le salía de su pequeño cuerpo, no vibraban sus cuerdas vocales. Abría su boca a punto de desencajarse, desfigurada no salía ningún sonido de ella. Quise dar la vuelta y no pude. Entonces comenzaba un nuevo día, y el sol se alzaba al par de las estrellas, que junto a él, el gran amor divino.
Para unos segundos su relato. Se da golpes por toda la cara con sus manos.
Me pareció que contra mí venía un león de piel manchada, con la cabeza erguida y hambre fiera, y hasta temerle parecía el aire. Y una loba de desgracias preñada puso su hocico en mi lengua hasta rasparla con la suya. Tantos pesares ésta me produjo, con el pavor de verla me causaba, que perdí la esperanza de salir de allí. Tal la bestia sin tregua me olfateaba, viniendo hacia mí muy lentamente me empujaba hacia allí donde el sol calla. Mientras que yo bajaba por la cuesta, se me mostró delante de los ojos alguien que en su silencio creí mudo. ¡¡Apiádate de mí!! Sombra u hombre vivo, seas quien seas, yo le grité. Hombre no soy, dijo él, hijo no he nacido, de vientre no broto. Del infierno soy el dueño y del horror la cabeza. Entonces, se reclinó sobre mis piernas y puso su cara en mis blancas rodillas heridas de tanto arrastrarme. Mala bestia, otra más, se hizo dueña de mi voluntad y supo poner el cielo a la altura de un horizonte vago y oscuro. ¡Qué no me dejaba respirar profundo ni una sola vez! Alterada así estaba, con honda ansiedad supe que allí las unas morían, y las otras desaparecen en un amasijo de pulsos y venas. Gaza, Rafah, Palestina. Pues esta bestia, que gritar te hace, no deja a nadie andar por su camino, mas tanto se lo impide que las mata. Y es su instinto tan cruel y perverso que nunca sacia su ansia codiciosa, y después de comer más hambre aún tiene. Ésta arrojará a pueblos enteros al abismo y pronto os olvidaréis de su pasión y enfermedad y por ello, por vuestro olvido nada inocente, daréis paso a otros engendros, seres aún más enfermos, que piden rabiosos y codiciosos. Que exigen la leche tibia y la sangre caliente como su alimento.
La madre palestina calla, mira a una pared del apestoso pasillo, aterrada se ve reflejada en un fragmento de espejo. Cierra los ojos con mucha fuerza. Suena el viento y un reloj. Se queda dormida, abatida de tanta ansia.
“Y de lo que no se puede hablar, mejor guardar silencio.”
Su cabecita cae para atrás, su cuellecito tronchado.