16 de mayo, un grito de libertad

por David Cortés Cortés

16 mayo insurrecció romaní_rojo

La etimología de la palabra amor, es una aportación que realizarían los pueblos indoeuropeos en el siglo XIII a este continente, –Amma-, término lingüístico que hace referencia a la madre en el sentido «del amor ágape que fluye de nuestro interior»

Con ese amor a nuestro Pueblo, en defensa y lucha de los valores fundamentales que representan la humanidad y la vida, en un sentido de pura democracia, el Pueblo Romaní se levantó un 16 mayo de 1944 contra “los devoradores de almas”. Y es con esa fuerza, cogiendo ese legado de nuestras y nuestros hermanos, cerrando los ojos y tamizando nuestro ser de Rromanipen, hoy el Pueblo Romaní conmemoramos esa heroicidad.

Hace 10 años, un 31 agosto caminé dentro de unas de las cámaras de gas de los Campos de Exterminio Nazi. Mientras que, con los ojos cerrados, sentía las lágrimas en mi piel y en mi alma, las palmas de mis manos y la génesis de mis dedos notaron los arañazos profundos en las paredes de ese infierno blanco. ¡Cuanto sufrimiento Dios mío de mi gente! ¡Sería para gritar sin cesar al cielo hasta que esté cayera! Arañazos que serían las líneas de las manos de nuestra alma, líneas en manos alzadas de nuestras hermanas que son la continuidad de las nuestras propias.

Hoy celebramos y, a la misma vez, gritamos “libertad”, porque no hay mayor libertad que aquella que se busca y en el alma se gana.

Este día que conmemora, el levantamiento del Pueblo Romaní, liderado por las mujeres romanís contra el infierno blanco, desarmando las frías literas de madera, con martillos y picos, con barras de pan duro, hasta los niños y niñas agarraron piedras en sus manos que afiliaron con su mirada, con las pocas fuerzas que les quedaban. Lucharon por su vida contra los soldados nazis tras enterarse que su Pueblo sería gaseado hasta la muerte. Debilitadas como consecuencia de los trabajos forzados, el hacinamiento, la mala y escasa alimentación, cerraron sus ojos de universo y, con un grito de sangre y fuego, evitaron ese día la muerte, muerte que llegó un 2 de agosto, fecha en que nuestras hermanas y nuestros hermanos fueron asesinados por los demonios de las SS.

No miremos al cielo pensado que es «nieve» como así creían –o, simplemente, pura ignominia y pasividad hacia el exterminio humano – cuando eran almas que emergían de los hornos crematorios.

No es victimismo, si no reivindicación. ¿Cuántas Rosa Parks de nuestro Pueblo surgen a diario en todos los ámbitos de la sociedad mirando a los ojos del Antigitanismo? Lucha y defensa, ejemplos e inspiración para la humanidad, huesos del movimiento Romaní, brújulas contra el Antigitanismo. Dando luz a heroicidades como la realizada hace hoy 77 años, germinamos semillas de Rromanipen.

Mujer, Romaní, Europa. Las ruedas de madera de los carros, liderados por las mujeres de nuestro Pueblo, tocarían las tierras del viejo continente, las pisarían hace seis siglos y sus cabellos en el viento de noviembre acariciarían el universo, otorgándole a este vida, luz, sabiduría, alma e infinito. Con sus ojos azules y negros mirarían a la cara a unas gentes sometidas a un estado feudal, unas gentes asentadas entre charcos y lodos y sin ambiciones posibles, aún temerosas de la peste negra. Con sus vestidos de seda, con sus monedas de oro, con su Rromanipen en la frente, con su vida pública en las plazas, con su carácter feminista, con su espiritualidad y con sus saberes, las mujeres romaníes no tardarían en causar impacto en la vieja y gris Europa.

Es probable que cuando preguntaran a nuestras gentes -¿y cuál es vuestro Dios, seres de piel negra?- las nuestras contestarían: “¿Dios? Nuestra Diosa se llama Kalí, es azul y tiene siete brazos”. Diré loco de amor por mi pueblo “¡Demonios racistas, que tratéis de desposeernos de nuestra Rromanipen, que Dios os arranque el alma y sea alimento de la justicia divina!”

Es tanto el enriquecimiento humanístico, científico y artístico que hemos aportado el Pueblo Romaní, y que poco reconocimiento hemos tenido, y ya el hecho de que hoy día podamos alzar la voz desde la Resistencia, es la melodía y el latir del movimiento por los Derechos Humanos y Colectivos en este planeta.

Diré orgullos de mi pueblo que es Antigitanismo negar la posibilidad de que el renacimiento no surgiera en Europa a raíz de ser pisada por el Pueblo Romaní.  La llegada de nuestra gente a la vieja Europa enclavada profundamente en los clavos de Cristo derramó la cerviz de la libertad y la democracia, de los conocimientos y las ciencias vividas por el Pueblo Romaní en oriente, en lugares de mayor esplendor espiritual, artístico y científico.

Cuántas muertes del Pueblo Romaní, de los míos, en nombre del bien común, del crecimiento de una nación a precio de sangre, de la búsqueda de la sociedad perfecta, cuántas muertes del cuerpo y del alma ha causado la Santa Inquisición.

La democracia es transformada en ‘discriminocracia’ hasta que se reconozcan los Delitos de Lesa Humanidad cometidos durante cinco siglos por el Estado y sus instituciones manchadas de sangre. Incluso la ciencia, durante la primera y segunda Guerra Mundial, se prestó al fascismo para argumentar la deshumanización del Pueblo Romaní.

Por todos aquellos Romà que tuvieron que sufrir las calamidades del nazismo y del fascismo en Europa, hoy nosotros debemos acabar con los vestigios sociales y estructurales generados por aquellos gobiernos antigitanos y que siguen vivos hoy en día. Y me refiero, aquí, a los barrios que surgieron durante el franquismo en España para segregar a los gitanos, y que siguen surgiendo actualmente en muchos Estados europeos,  barrios-guetos que nos siguen condenando a la exclusión, a la marginación, a la pobreza, al ostracismo, al racismo, barrios que nos siguen conectando con las viejas vías que llegaban a Auschwitz, que nos siguen conectando con nuestras hermanas y hermanos que el 16 de Mayo de 1944 lanzaron un grito de fuego que ilumina el universo, un grito de derecho que es el color de la humanidad, un grito de libertad y de fuerza, de amor, de dolor, de alma, de vida, de fuego, de Rromanipen.

Gritos de fuerza y valentía de la mujer Romaní en la mañana, gritos en el silencio del infierno blanco de Auschwitz un 16 de mayo de 1944.