Por un 12 de Octubre crítico desde una perspectiva romaní
by Helios F. Garcés
Nuestras reflexiones no deben nacer con el ánimo de confrontar a los individuos en particular, sino con la intención de cuestionar de forma crítica los complejos relatos históricos que construyen nuestra conciencia social, cultural y política colectiva; narrativas que edifican nuestras identidades grupales y explican nuestro compromiso emocional -a menudo inconscientemente- con los proyectos políticos que, querámoslo o no, forman parte de nuestra existencia como pueblo en el seno de los Estados europeos. Esta forma de cuestionamiento crítico pasa por adquirir la consciencia del lugar que ocupamos en el mapa de las jerarquías del poder que dominan nuestras sociedades. Como gitanos y gitanas, el 12 de Octubre, representa una gran oportunidad para ahondar en las arcaicas razones de nuestra situación, no solo en el Estado español, sino en el resto del continente y, más allá, el resto del mundo.
El 12 de Octubre se celebra el denominado “día de la Hispanidad”, fecha en la que una gran cantidad de ciudadanas/os, animados por las instituciones, exaltan una identidad que nace en unas circunstancias históricas muy particulares. ¿Por qué el 12 de Octubre, qué pasó aquel día de 1492 y qué relato convencional sigue fortaleciéndose institucionalmente desde los aparatos del estado? Aquel día comenzó la colonización y encubrimiento de Abya Yala -forma a través de la cual los pueblos originarios llamaban al territorio que fue nombrado América por los colonizadores-. La historiografía oficial sigue, aunque esta tendencia ha sido ampliamente rebatida, llamando a esta fecha “El descubrimiento de América”. Lo cierto es que aquel día comenzó el inicio del genocidio contra los pueblos originarios; la masacre y encubrimiento de América, de sus poblaciones originales, de sus culturas propias, de sus historias, de sus cuerpos.
Como gitanos y gitanas es muy importante que sepamos abrir y observar el marco general en el que se produce el 12 de Octubre ya que estamos ante un símbolo que va mucho más allá de la mera celebración de una identidad determinada. Para entender adecuadamente dicha fecha es necesario acudir al año 1492 y, más allá, es imprescindible abordar lo ocurrido durante un siglo decisivo en la historia mundial moderna: el siglo XVI. Poco antes, el 2 de Enero del mismo año, se ponía en marcha la conquista de Al Ándalus, la destrucción del reino Nazarí y la virulenta expulsión de los judíos. Es necesario recordar que la primera pragmática antigitana, firmada por los reyes católicos en 1499 iniciando 479 años de legislación contra los nuestros y nuestras, se proclamó 7 años después del inicio de la colonización.
En 1502, tres años después de la pragmática antigitana, se promulga la primera pragmática para la conversión forzosa de los moriscos que culminará con su expulsión y masacre en 1609. La intelectual Silvia Federici mantiene en su gran libro “Calibán y la Bruja” que fue durante dicho siglo cuando comenzó a crecer exponencialmente el número de las mujeres acusadas y quemadas por brujas y cuando tal persecución pasó a formar parte de las cortes seculares, trascendiendo así los tentáculos de la Inquisición. Así mismo, durante la época que nos ocupa, asistimos a los debates entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casa sobre la existencia o no del alma india y africana que desembocan en el inicio de la trata trasatlántica de personas africanas secuestradas y esclavizadas. Estos son fenómenos sobre los que se cimienta Europa; sobre los que cimienta su economía y su mentalidad colonial. Son sucesos que el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel conecta de manera esencial. Tal y como afirmábamos anteriormente, no se trata con esto de violentar a las personas individuales sino de poner nuestro granito de arena para conseguir la reparación simbólica y material de estas injusticias.
Después de todo lo padecido, los kalos y kalis, no podemos permitirnos permanecer impasibles ante el sufrimiento y las demandas de justicia histórica lideradas por otros pueblos hermanos. La opresión que estas comunidades experimentaron y experimentan está irremediablemente conectada, histórica, social, económica y políticamente con la opresión que ha sufrido y sufre la nuestra. Desde esta consciencia podemos impulsar el ánimo universal de la lucha romaní, no para imponerla, no para insinuar que los demás deben pensarse como nosotros y nosotras; sino para compartir el horizonte de una sociedad verdaderamente intercultural y justa.
Mañana, muchas y muchos de nosotros y nosotras celebraremos el día de la Resistencia Indígena; no nos acordaremos de Colón ni de Isabel la Católica; no nos sentiremos orgullosos de la sangre derramada. Nos acordaremos, eso sí, de los pueblos indígenas de las Américas, de los moriscos, de los judíos, de los negros, de nuestros ancestros gitanos. Quizás, en base a dicho recuerdo, podamos honrar la memoria de los que nos antecedieron y crear una identidad que no se construya en base a la negación del otro sino a través del respeto de la diferencia; en base al respeto por la vida del diferente, de su historia, de su tradición, de su cultura y su existencia. Hoy, más que nunca, este ejercicio de honestidad nos es necesario, por el bien de todas/os.