Mes: marzo, 2024

Rosa Parks, la Motown, los gitanos y el flamenco

by Juan José Suárez Laso

Rosa Parks

Una fucking jodida tarde del uno de diciembre de 1955, Rosa Parks, una hermosa mujer negra con una preciosa florecilla en su pelo no quiso levantarse de su asiento en un autobús de línea para que un blanco, según obligaban las leyes de segregación de los EEUU de América, se sentara en él. Los asientos de la parte delantera de cualquier autobús estaban reservados para los blancos. Era una fucking jodida tarde fría en Montgomery, Estado de Alabama, en el profundo sur del profundo y jodido fucking racismo americano. Ella no estaba cansada después de un largo día de trabajo al servicio de los blancos, lo que estaba era harta de tener que rendirse a la voluntad de cada blanco en todos sus días. Llegó la policía, la detuvieron y estuvo en la cárcel unos días. Las mujeres negras de Estados Unidos vieron en este hecho la ambición de cambiar sus días, sus noches y sus espíritus jodidos.

Ese día cambió la historia del mundo, también la de la música ya que, desde esa tarde de invierno, las mejores voces negras y los mejores compositores de la música norteamericana empezaron a cantar y a componer de otra forma. Sus letras, sus melodías y su rabia dieron lugar a un nuevo sonido, fresco y liberador que trajo el nacimiento, poco después, de un sello discográfico desde donde todas estas intérpretes cambiaron el jodido fucking espíritu del mundo. Y digo del mundo porque la repercusión que tuvieron sus canciones hizo sentirse negra al resto de la humanidad.

Aquí no hablaré de la capacidad de la música de trascender todos los códigos, leyes y prejuicios. Hoy solo quiero reflexionar de la trascendencia de la Motown, ese sello discográfico que tomó este pequeño acto de Rosa Parks para devolver el fucking odio racial al resto del mundo transformado en amor y música, en belleza y reivindicación, en acción política a través de canciones que tuvieron un éxito brutal por todos los rincones del planeta. Todos, blancos y negros, bailaron al ritmo de esas canciones.

La Motown Record es un sello discográfico estadounidense fundado por Berry Gordy Jr. en 1960. Su primera sede la tuvo en Detroit. La Motown desempeñó un papel importante en la integración racial de la música popular negra americana. En la década de 1960 crearon un nuevo sonido Soul. En esa década colocó 79 discos en el top-ten, la lista de éxitos del país. De 1961 a 1971 algunas de las artistas que grabaron en el estudio de este sello fueron The Supremes, con Diana Ross, Las Four Tops, los Jackson Five, Stevie Wonder, The Miracles, Marvin Gaye, The Marvelettes, The Temptation, Otis Redding, Lionel Ritchie, y muchas otras solistas y grupos que han transformado el siglo veinte y han destruido algunas barreras raciales.

Smokey Robinson, uno de los creadores del sello, decía: “En los años sesenta, yo aún no era consciente de que no sólo hacíamos música, sino también historia. Reconocí los puentes que cruzamos, los problemas raciales y las barreras que derribamos con la música. Lo reconocí porque lo viví. Iba al sur en los primeros tiempos de la Motown y el público estaba segregado. Luego empezaron a escuchar la música de nuestro sello y cuando volvíamos al hermoso sur, el público estaba integrado y los niños bailaban juntos y se cogían de la mano.”

Esta discográfica se especializó en el Soul y creó un sonido identificable denominado Sonido Motown que solía utilizar panderetas para acentuar el ritmo de fondo, líneas de bajo eléctrico prominentes, a menudo melódicas, con estructuras y acordes distintivos y un estilo de canto llamada y respuesta que tenía su origen en la música Góspel. En 1971, Jon Landau, el crítico de la revista Rolling Stones, escribió que este sonido consistía en canciones con estructuras sencillas pero con melodías sofisticadas, junto a un patrón de batería de cuatro tiempos, el uso regular de vientos y cuerdas, y un estilo de mezcla de los agudos que se basaba en gran medida en la limitación y ecualización electrónicas (aumento de las frecuencias de gama alta) para dar a la creación un sonido distintivo particularmente eficaz para su difusión por la radio AM. También se utilizaron técnicas de producción Pop, como el uso de secciones de cuerdas orquestales, secciones de trompa y voces de fondo cuidadosamente arregladas. Se evitaban los arreglos complejos y los riffs vocales elaborados y melismáticos. Los creadores del sonido Motown creían firmemente en el principio “Keep it Simple, Stupid!”.

Y es que La Motown es algo más que una compañía discográfica. Supuso en su momento una auténtica revolución más allá de la música. Sus pegadizos temas llenaron los puestos más altos de las listas de éxitos, antes solo reservadas a artistas blancos. De esta manera, el sonido Motown se convirtió en la banda sonora de la lucha por los derechos civiles y contra la segregación racial. Hoy en día, en EEUU, parte importante de la gran industria musical está dirigida por músicos negros que supieron desarrollar y continuar con el legado de esos abuelos negros de los cincuenta. Siguen contando sus historias a través de sus canciones. Siguen reivindicándose y ocupando el lugar del creador en una sociedad que necesita de una figura así para seguir avanzando.

Los gitanos lograron con su cante, hace cerca de doscientos años, que un sonido nacido en las casas gitanas cambiara el espíritu de una época y de un país como España. Aquí toda una sociedad, una cultura se rindió ante el sonido malherido de tanta crueldad y sumisión. El nacimiento del Flamenco es la salida a la calle del dolor de un grupo bendecido por la música y que a través de ella airea su herida para curarla. En cierta zona de Andalucía, desde finales del siglo diecinueve se vivió el cante gitano como una revolución espiritual que mudó al resto del mundo, y es que en Europa, en Japón, en EEUU y en otros muchos países, el Flamenco ha sido y es una música amada, reconocida y que entusiasma al público. ¿Qué fuerza hace que un cante gitano transforme la vida de un filipino, de un chino, de un payo? De esto tampoco hablaré. No puedo, no tengo espacio.

Pero tengo otra pregunta que hacer. ¿Qué ha pasado para que esta música nuestra haya quedado estancada y sin desarrollo a partir de los ochenta y noventa? Llevamos cerca de treinta años sin reconocer al gitano en una dimensión profunda desde su música. ¿Dónde ha quedado escondida, tapada y oculta esa fuerza musical? ¿Qué es lo que ha hecho que el gitano y la gitana dejara de cantar su dolor y dejara de enamorar y cambiar a la gente? Preguntas que me hago porque veo que el Flamenco ha desaparido, porque no hay industria musical dirigida por gitanos desde donde poder ocupar ámbitos de poder social. Y los hubo, porque en los primeros años del siglo veinte, eran los gitanos y las gitanas las que grababan en estudio, creaban industria y desarrollaban un sonido propio desde su creación artística. Y tenían un cierto reconocimiento y poder social. Escúchese las grabaciones de Pastora Pavón, la Niña de los Peines, o de su hermano Tomás Pavón y reconoceremos un sonido de estudio diferente y único creado por los ingenieros de las casas de discos de la época junto a estos artistas que dejaban impronta y exigían un sonido concreto en sus producciones y proyectos musicales. Eran, por lo que cuentan las crónicas, muy rigurosos y orgullosos en sus creaciones.

Años más tarde, Antonio Mairena y Manolo Caracol ocupan el lugar del profesional, del artista que se entrega a su proyección comercial y social creando, ambos, una competencia estilística y vital seguramente dosificada y manipulada para que la repercusión fuera la máxima posible. Recordamos a los “mairenistas” y a los “caracoleros” como esas familias irreconciliables que defendían un tipo de cante, un tipo de Flamenco y, al fin, un tipo de proyección social del gitano y la gitana en el mundo. Mairena desde la Universidad dando conferencias sobre el Flamenco más abierto y universal, y Caracol matizando los “soníos negros” como reclamación del Flamenco puro hecho por gitanos. Nos enseñaban a ser gitanos y gitanas en un mundo que cambiaba y era cambiado, de nuestra postura y colocación en el mundo para seguir transformándolo y enmendándolo.

Luego, en los setenta, recordamos a Lole y Manuel, el sonido de Sevilla con el rock andaluz en ciernes o el rock progresivo como bandera, a los Smash, una época hippie que generó agrupaciones musicales gitanas propias, con sus letras y su sonido. Esos hippies gitanos enseñaron a ser hippies a una generación entera de gitanas y gitanos, les enseñaron a estar en el mundo y a posicionarse en él a través de su obra artística. Los Pata Negra después, en la Sevilla de los ochenta, y para el resto del mundo. Camarón y su experimento social “La Leyenda del Tiempo”. Los propios gitanos y gitanas iban a devolver el Lp a las tiendas de discos porque no entendían tal manifiesto vanguardista. Y eran los propios gitanos los que hacían las producciones, creaban el ambiente necesario para que estos mensajes llegaran. Las Grecas, Los Chorbos, Los Chichos, el sonido Cañorroto de Madrid, muy en la línea estilistica de la Motown por cierto. Solo hay que escuchar aquellos discos y nos asomamos a un ejercicio de traer a España el sonido Motown. En el Madrid de aquellos setenta se veía a gitanos y gitanas vistiendo como los negros de Harlem o el Bronx. Ketama y La Barbería del Sur ya en los noventa con su enorme éxito comercial y giras de primera categoría por el mundo entero. Yo me crie con ellos y puedo decir que me enamoré escuchando una canción de Ketama. Ellos me enseñaron a enamorarme. Y ahí termina la industria musical gitana que no se ha repuesto, no ha continuado o no ha sabido mantenerse. Sellos discográficos que apostaron por una energía que provenía de los propios intérpretes y grupos musicales gitanos, una energía creativa y reivindicativa de cómo ha de situarse el gitano en el mundo.

Los negros, con su industria, continúan generando espíritu e ideas. Los gitanos españoles transformaron el mundo un día, soltaron su odio para transformarlo en amor, pero han dejado de intervenir e influir en la sociedad a base de no tomar al asalto aquello que les pertenece, el Flamenco. Así nuestras reivindicaciones siguen el cauce seco y corto de la política y han dejado de llevarlas por la amplia y fructífera música. Y solo se necesita un fucking jodido estudio de música, gestionado por gitanos, desde donde transformar el Flamenco a un sonido actual y contar, desde producciones cuidadas, nuestras ideas, protestas, quejas más íntimas y contemporáneas. Y creo profundamente en que el gitano, lejos de ser un mal político, es un excelente músico y creador de arte, de proyectos artísticos que calan en la sociedad y la convierten en más sensible, humilde y rica.

Y me diréis, ¿quién puede gestionar un sello discográfico desde donde crear proyectos musicales de intérpretes gitanas y gitanos que generen un buen contenido? ¿Quién puede hacer de ello un éxito comercial con una difusión amplia? Pues no lo sé. Pero sí sé que en cuanto vengan dos o tres primos y primas listas, que no tienen nada que ver con la música y sus entrañas, y que estarán puestas ahí porque han hecho un grado superior en Formación Profesional o son las hijas o hijos de los aburridos gitanos que ocupan un lugar de poder, todo se fucking joderá para dar paso a un aburrido conato de sello discográfico sin ninguna potencia de espíritu, sin potencia musical. Y lo sé porque conozco a estos listos y listas, ¡están por todas partes! y me descubro angustiado al decirlo temiendo que también metan su mediocridad en mi amada Música.

¡No señores! ¡No señoras! Aquí se necesita de músicos que activen producciones musicales con criterio, verdad y talento, que graben a intérpretes y compositores de diferente procedencia y personalidad, pero que tengan algo que decir y, sobre todo, se necesita de personas que tengan un concepto claro de cómo crear un nuevo sonido musical que haga que nuestras reivindicaciones lleguen directamente a través del alma. Da igual el estilo, da igual el salto mortal que haya que hacer, lo importante es crear una pequeña industria musical gitana, un sello discográfico que vaya creciendo con criterio y valor creativo. Si no cambia el Flamenco, éste morirá como lo está haciendo, y ya no tendremos fucking jodida voz con la que disparar y expresar lo que somos. La política, esa vieja moribunda, no es el camino. La radiante música sí lo es. Los negros en los años cincuenta y sesenta lo supieron hacer y ahora continúan con un legado del que nadie duda que es negro de raíz. Los gitanos se han dejado robar su único y más reconocible gesto cultural, espiritual y universal. Y el Flamenco está a punto de desaparecer como instrumento de poder y protesta que cambie nuestro fucking jodido mundo.

Desde aquí a todas las Rosas Parks del mundo que nos ayudaron con un leve gesto a reconocernos independientes, libres y conscientes. Y desde aquí convocar a los gitanos y a las gitanas a pensar acerca de lo que debería ser gestionado por nosotros mismos.

 

¿Vives o sobrevives? (Reflexiones sobre el racismo, el feminismo y el patriarcado)

by Esther Fernández

mujer kalí

El 8 marzo no es la fiesta del día de la mujer sino la reivindicación para visibilizar la pauperización de las mujeres, por el simple hecho de nacer mujeres.

Ahora es muy cool hablar de pobreza energética y feminización de la pobreza, pero solo cuando lo dicen las mujeres blancas occidentales ‘con capacidad de agencia’ y de generar narrativa y opinión social.

Porque las mujeres gitanas llevamos reivindicando estas lamentables situaciones desde hace ya muchos años. Partimos, en comparación con la sociedad mayoritaria, de una posición inferior que nos mantiene en una postura socioeconómica deplorable, donde el ciclo de la pobreza se hereda de padres a hijos. Las feministas empoderadas refieren a la meritocracia como estandarte de superación de todas las problemáticas, si fuera así ¿porque las mujeres siguen en una posición de subordinación? ¿Acaso no se han esforzado o trabajado lo suficiente?

Entonces, revisemos los determinantes socioeconómicos que, sumados al persistente antigitanismo histórico, resulta en una sinergia de diferentes violencias tanto económicas como psicológicas, que atraviesan el cuerpo y las vidas de las mujeres gitanas. Si revisamos apuntes de psicología del primer año de grado, nos encontramos con la olvidada pirámide de Maslow, la jerarquía de las necesidades humanas. Si no tenemos cubiertas las necesidades primarias difícilmente nos podemos proyectar en necesidades superiores, es decir, si no tienes para comer, un techo y agua caliente, difícilmente vas a pensar en costearte una carrera universitaria, ni siquiera un grado superior.

En lo que se refiere al capital social, vaya, la historia sigue teniendo su peso. Las políticas de los años 80 de rápidos realojos en relación a los Juegos Olímpicos getificaron a mucha población, dejándola en una situación económica lamentable, entre ellas muchas familias gitanas. Estas políticas generaron y perpetúan a día de hoy el distanciamiento social entre la población gitana y el resto de sociedad. Este factor que pasa inadvertido y se suele pensar que “los gitanos solo quieren relacionarse con otros gitanos”, ha tenido un impacto significativamente negativo, pues el capital social es importantísimo para el acceso a las oportunidades, tanto laborales como de promoción social.

En relación al ámbito de la salud el impacto es impresionante, indefensión aprendida, efecto Pigmalión, ansiedad, etc. Vivir en modo de supervivencia mantiene el cuerpo siempre en alerta y conlleva estrés crónico y problemas de corazón, entre otros. En fin, a los datos me remito, según la Encuesta de Salud Nacional[1] la esperanza de vida de la población gitana oscila entre 10 y 14 años menos que el resto de población.

Pero para entender mejor esta parrafada tendríamos que revisar un poquito la historia, tal vez así comprendamos mejor.

Siempre hay personas ‘civilizadas y cultas’ que remiten a nuestra cultura como pilar de todos los males acaecidos en la población gitana e, incluso, en la sociedad mayoritaria. Veamos algunos autores que nos pueden ayudar a desentrañar esta concepción del imaginario social:

El origen de las categorías raciales: la colonialidad del poder

(…) la clasificación de las personas según su pertenencia racial que hizo el Imperio Español conformó un sistema jerárquico de estratos sociales en el que los hombres blancos estaban en la cima y las mujeres negras en la base, según la pureza o impureza de su sangre que se establecía según su raza o su cruza racial. (…) Se consolidó así, junto con esta idea, otro de los núcleos principales de la modernidad/colonialidad: Una concepción de la humanidad, según la cual la población del mundo se diferencia en inferiores y superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados, tradicionales y modernos (Quijano, 2007b: 94-95).[2]

 

El racismo cultural

El “racismo cultural” se articula siempre en relación con los discursos de pobreza, de oportunidades en los mercados de trabajo y de marginalización. El problema de la pobreza o el desempleo de las minorías racializadas se construye como un problema de hábitos o creencias, es decir, como un “problema cultural”, (…) asume que la “cultura” metropolitana es diferente de la “cultura” de las minorías étnicas entendiendo esta diferencia de manera absoluta y esencialista: “somos tan diferentes que no podemos vivir juntos”, “las minorías están desempleadas o viven en niveles altos de pobreza debido a sus valores y comportamientos culturales”, o “las minorías pertenecen a unas culturas tan distintas que no pueden entender las normas culturales de nuestro país”. (Grosfogel, 2007, p. 11) [3]

 

Observamos según los autores que, el poder está estrechamente relacionado con la representación, es decir, las desigualdades se vinculan con las categorías sociales como mecanismo que condiciona los procesos de distribución de roles sociales y acceso a los recursos (riqueza, prestigio, poder, etc.) en base a diferencias entre colectivos socialmente construidos.

 

¿Entonces qué pasa con la población gitana y el antigitanismo?

La construcción de la subalternidad gitana por parte de la cultura occidental se relaciona con categorías como incapaces de autogobernarse, atrasados, incultos, amorales, imprevisibles, apasionados, irracionales, inferiores, vagos, ladrones, criminales, etc. Son calificativos que han sido empleados a lo largo de la historia para referirse a la población gitana; algunos de ellos específicos para las mujeres, como rameras, libidinosas y manipuladoras. Estas clasificaciones han convertido al pueblo gitano en chivo expiatorio de todas las calamidades y crisis económicas acaecidas en el Estado Español, cosa que a día de hoy sigue sucediendo. Otro factor importante a tener en cuenta es que el antigitanismo desactiva el mecanismo de empatía y normaliza la discriminación.

 

(…) Los campos semánticos enfrentados de “civilizado” y “barbarie”, sigue siendo una de las más eficaces arquitecturas normativas de la modernidad occidental. (…) La prolongada historia de etiquetado que ha convertido a los gitanos en epitome de lo indeseable. (…) pocos grupos sociales han sido objeto de un proceso exógeno de construcción cultural de su imagen colectiva tan largo y denso como el que ha recaído históricamente sobre el pueblo gitano. (M. Sierra, 2019: 3-6).

En definitiva, las mujeres gitanas sufrimos una triple discriminación, por ser mujeres, gitanas y de clase social baja, por tanto, lo tenemos más difícil para desarrollarnos en todos los ámbitos. Por poner algunos ejemplos, la falta de recursos económicos se traduce en un bajo nivel académico, puestos laborales precarios o economía sumergida. Sin olvidar las escuelas segregadas, en la cuales hay un mayor porcentaje de inmigración y población gitana con un currículo vehicular muy bajo por parte del centro, que genera un sesgo entre las expectativas de desarrollo y la realidad. Cuando las y los jóvenes llegan a bachillerato no tienen el nivel suficiente y esto causa frustración, conlleva fracaso y absentismo escolar, además de no adquirir competencias en dispositivos tecnológicos, aumentando la brecha digital y generado un sesgo en la adquisición de competencias tecnológicas. Un impacto más a añadir, ahora no se visibiliza, pero en un futuro estas personas, que ya tendrían que estar formadas, están quedando excluidas del sistema antes de cumplir la mayoría de edad.

Pero esto no es cosa de gitanos, España lidera el abandono escolar en la Unión Europea, pues la tasa de abandono escolar de jóvenes de entre 18 y 24 años asciende al 20%[4], datos que refieren al conjunto de la sociedad española. Por lo que podemos concluir que no es que las familias gitanas no se preocupen de que sus hijos asistan a la escuela, como muchas veces he tenido que escuchar. Tal vez, se invierte muy poco en educación y sanidad y demasiado en armamento.

Para finalizar, me gustaría recordar que desde la equidad se puede lograr la igualdad de oportunidades, y que no es una utopía, porque para eso estamos aquí TODAS LAS MUJERES GITANAS, que la fuerza de las jóvenes radica en el consejo de las ancianas.

Sí, se puede. Opre Romnja!

[1] https://www.sanidad.gob.es/areas/promocionPrevencion/promoSaludEquidad/equidadYDesigualdad/comunidadGitana/encuestasNacionales/docs/ENS2014PG.pdf

[2] Colonialidad del poder y clasificación social (A. Quijano. 2015)

[3] Las migraciones coloniales del Caribe a Estados Unidos y Europa Occidental: colonialidades diferenciadas en cuatro centros del sistema-mundo. (Grosfogel. 2017)

 

[4] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/7523529/04/16/Espana-lidera-el-abandono-escolar-en-Europa-pero-se-situa-por-encima-en-educacion-superior.html