Un 8 de abril marcado en toda Europa por la invasión de Ucrania

por Seo Cizmich

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*Imagen de Daniel Diaz Heredia

Varios son los artículos, post y eventos de conmemoración que rodean a esta fecha tan significativa, sobre todo por la magnitud de lo que representa el que tengamos un día común todos los Gitanos, Roma y Sinti del mundo.

Hoy es muy sencillo disponer de información, casi todo está al alcance de quien lo desee y a través de internet se puede obtener de la manera más detallada los aspectos relativos a la historia de esta conmemoración, cómo y dónde nace el 8 de abril, de quién fue la iniciativa, si ha sido reconocido de manera institucional, y por quien. Pero al margen de todo esto y si en algo coincidimos la gran mayoría de personas gitanas, Roma y Sinti del mundo, es en el sentimiento de UNIÓN, en la fuerza que representa para nuestro pueblo saber que nuestra Rromanipen nos une más allá de montañas, ríos, países, colores políticos, origen, creencias, ideologías y religiones… Eso es lo que representa para mí y para los millones de gitanos del mundo los colores de nuestra bandera, el azul del cielo, el verde de la tierra y la rueda roja, el fuerte latido de nuestro corazón.

Ese sentimiento de identidad común y pertenencia, que supera cualquier frontera física y mental cobra mayor dimensión frente a los acontecimientos que estamos viviendo en la actualidad más reciente con motivo de la invasión a Ucrania.

Debo decir que me siento muy emocionado por las respuestas de solidaridad y las acciones nacidas del corazón que estamos presenciando, hacen reforzarme aún más si se puede en esta posición de Pueblo Transnacional. Casi a diario recibimos llamadas de personas preocupadas que preguntan cómo pueden contribuir y de qué manera, algunas dispuestas a realizar entre 4.000km y 6.000km en “un par de días” con su propio vehículo y sin ninguna ayuda económica, sin hablar inglés ni ningún otro idioma de los países en ruta hasta el destino promovidos por la llamada del corazón, por ese fuerte latido que te inunda desde el estómago hasta la cabeza atravesando todo tu ser y que te repite constantemente que “debes hacer algo”.

Ese fuerte latido retumba en mi interior cuando recuerdo como si fuese justo, en este mismo instante, una semana antes del inicio de la Guerra Civil de la Ex Yugoslavia. Yo me encontraba en Sarajevo con mis padres por temas burocráticos, mi madre tuvo un presentimiento y convenció a mi padre para que nos marcháramos esa misma tarde. Al subirnos al coche y avanzar unos kilómetros empezamos a ver los controles de paso y algunas barricadas, mi madre oraba, un soldado golpeo nuestra ventanilla, mi madre se bajó del coche, habló con el soldado y nos permitió avanzar hasta que conseguimos cruzar la frontera. No tuve tiempo de despedirme de mis vecinos, de mis compañeros de juego, muchos de los cuales jamás volví a ver.

Entiendo y comparto el sentimiento de todas las personas que no dudan en poner su tiempo y sus recursos y viajar hacia la frontera de Ucrania para ayudar, valoro ante todo que en el sopesar los pros y los contras de un viaje así, se antepongan los propósitos.

Actualmente están en funcionamiento dos campañas de recogida de donativos económicos con los que poder contribuir desde 5€,  gestionadas por ERGO y TERNYPE. Ambas son redes europeas de asociaciones gitanas que abogan por los derechos del Pueblo Roma y Sinti. Gracias a esas aportaciones se está ayudando en origen, comprando los suministros en los pueblos fronterizos e introduciéndolos en el país por corredores humanitarios de ayuda.

Puedo dar fe que los suministros están llegando al Pueblo Romaní de Ucrania.

Deseo que esta situación finalice lo antes posible, que en breve Ucrania y nuestro Pueblo Romaní pueda volver a disfrutar de Salud y Libertad, Sastipen thaj Mestipen, que ninguna vida más sea arrebatada ni ahora ni el futuro por los efectos y consecuencias de las relaciones de poder, en esa interminable partida de ajedrez mundial en la que tan solo somos los peones.