Diez Negritos

por Ramón Flores

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En 1939, la escritora británica Agatha Christie escribió una novela que pasó a la posteridad que hoy conocemos como “Diez Negritos”.

Su título original en inglés era precisamente ese, “Ten Little Niggers”, haciendo referencia a un cuento infantil que se relata en la novela, aunque posteriormente se cambió a su llegada a Estados Unidos por las connotaciones peyorativas que implicaba (a pesar de que, en la década de los años 40, la sociedad estadounidense era profundamente racista y clasista).

Desde entonces, su título en lengua inglesa es “And Then The Were None”.

“Y entonces no quedó ninguno”.

No voy a hacerles spoiler sobre el argumento, casi todo el mundo ya sabrá que la historia va sobre 10 personas con oscuros pasados, atrapadas en una mansión situada en una apartada isla y que van muriendo una a una sin que se sepa quién será el siguiente ni quién es el asesino. Pero el título original y el posterior cambio, tienen su aquel, ¿no creen?

De los negritos protagonistas del cuento al que hacen referencia en la novela, al final, no quedó ninguno.

Quizá, a día de hoy, con 22 años que llevamos ya de este siglo XXI, en esta Europa tan moderna y tan nuestra, deberíamos tomar las precauciones necesarias porque las fuerzas de la derecha política y mediática han comenzado una batalla feroz y despiadada para vilipendiar todo aquel pensamiento que intente profundizar, reformular y repensar las formas en que se presentan y discuten los asuntos raciales y discriminatorios en las sociedades contemporáneas. Y al final, no sé cuántos negritos quedarán. O cuántos gitanitos…

La estrategia es sutil. Utilizan los mismos argumentos de las teorías críticas para demonizar a cualquiera que se atreva a desafiar la hegemonía blanqueada de la derecha política y mediática. Casi todo lo que emana del asediado campo de la igualdad social es una versión ridiculizada y extravagante de la crítica social contemporánea al racismo en Europa. La extrema derecha europea ha desplegado esa extravagancia a varios campos para fabricar un relato fácil y discurso simplista que incluye llevar al continente a una era de supuesto esplendor blanco y cristiano.

Empezaron ya hace un tiempo. Llevamos varios años escuchando aquello de “Ideología de género”, un discurso que claramente ha ganado la extrema derecha banalizando el feminismo; catalogado de “chiringuito para cobrar de subvenciones” por la prensa afín y donde incluso la Iglesia Católica, desde sus púlpitos advierte a sus fieles, como el ex arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, que llegó a afirmar que el feminismo radical está «amasado de supremacismo, resentimiento e ideología de género» y tiene «inequívocos orígenes marxistas».

Fíjense en la jugada: el feminismo es el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre y además es el movimiento que lucha por la realización efectiva de dichos derechos. El concepto es fácil, ¿no?

El discurso de la extrema derecha le da la vuelta: amasa supremacismo (de la mujer sobre el hombre), por lo que no busca la igualdad sino la destrucción del hombre. También llega al ámbito educativo, donde esta “ideología” está penetrando en la mente de los pobres alumnos a los que pretenden adoctrinar.

El capítulo actual contra el feminismo es la lucha del concepto “violencia de género”, para cambiarlo por “violencia doméstica”. No es una cuestión solo de concepto. Aquí nos justifican que la violencia doméstica ha sufrido un alarmante aumento debido a la “revolución sexual”, uno de los hitos por los que también ha luchado el feminismo.

La lucha también va contra el “lobby gay”, que pretende mariconizar el mundo. La extrema derecha nos advierte del plan maléfico: quieren destruir al hombre para que en el mundo manden las mujeres en sus chiringuitos, y la vez, volver a todos los varones maricones perdidos para que así llegue un punto en que la especie humana desaparezca por su incapacidad de reproducirse.

Al final, si sumamos dos más dos, ya podemos adivinar cuál puede ser el siguiente target group. Porque ya vemos como triunfan ciertos discursos en Hungría, o en Francia contra las comunidades gitanas. El discurso en España de la extrema derecha es que se está intentando convencer a la ciudadanía de que este es un país racista, y que afirmar eso, es tan racista como el racismo y ya empiezan a proponer el desterrar discusiones parlamentarias.

La jugada ya ha comenzado, la extrema derecha española ya ha iniciado la batalla dialéctica, donde afirma que la comunidad gitana no está discriminada porque sus derechos se recogen en la Constitución y además se niega en comisiones parlamentarias a incluir de forma expresa en el Código Penal el castigo a la discriminación racial contra los gitanos.

En este escenario, podemos estar siglos hablando de antirracismo, privilegios blancos, racismo sistémico, interseccionalidad, etcétera… Pero si se sigue exhibiendo esta impaciencia y esta obsesión por ganar la batalla dialéctica, al final, nos quedaremos de nuevo en el limbo de lo simbólico, mientras la extrema derecha habrá ganado la batalla de lo material y lo tangible. Y si entramos en la batalla que ellos quieren, la ganarán. Y al final, no quedará ninguno…

Ante afirmaciones como esta: “Nos parece inexacto sostener que existe un odio generalizado contra los gitanos, es una manipulación sectaria que sólo está en la mente calenturienta de la ultraizquierda”, dijo la diputada de Vox, que considera que no hay “discriminación alguna” hacia los gitanos y que la propuesta busca “enfrentar payos contra gitanos”, sería torpe entrar en la batalla dialéctica, porque por mucho que se quiera explicar, el que no quiere entender, nunca entenderá, además, quien apoya a estos grupos, tan solo encuentra alimento a su odio. Contra las palabras, hechos. No cabe otra estrategia.

Porque la voluntad de la extrema derecha es la ceguera. Ser hostil ante la justicia social porque, además, sacar las banderas patrióticas no es nada nuevo. Hoy, se promueve el temor al todo, porque instaurar el miedo en la ciudadanía a través del discurso simplista es efectivo, rápido y barato; es una forma muy efectiva de poner a la ciudadanía en alerta. Contra todo. Contra todos.

 

Por cierto, el poema de los diez negritos dice así:

Diez negritos salían a cenar en breve
Uno se asfixió y entonces quedaron nueve

Nueve negritos estaban despiertos hasta muy tarde estando girocho
Uno se quedó dormido y entonces quedaron ocho

Ocho negritos viajaron por Devon tomándose un anisete
Uno dijo que se quedaba allí y entonces quedaron siete

Siete negritos cortaban leña de color beis
Uno se cortó en dos mitades y entonces quedaron seis

Seis negritos jugaron con una colmena levantándola con ahínco
Una abeja picó a uno de ellos y entonces quedaron cinco

Cinco negritos estudiaron Derecho a la salida del teatro
Uno se hizo abogado y entonces quedaron cuatro

Cuatro negritos fueron al mar a nadar sin arnés
Un arenque rojo se tragó a uno y entonces quedaron tres

Tres negritos pasearon por el zoo a los animales diciendo adiós
Un gran oso mató a uno de ellos y entonces quedaron dos

Dos negritos se sentaron al sol en un momento inoportuno
Uno se tostó a muerte y sólo quedó uno

Un negrito se ha quedado sin compañero alguno
Se ahorcó por la soledad y ¡entonces no quedó ninguno!

 

Cuidado con ir perdiendo apoyos y gente por el camino. Cuidado con que los que propagan odio consigan calar aún más con su discurso simplista en mentes simples. Aún estamos a tiempo de cambiar el final del cuento.

 

 

 

(*imagen: Cartel de la película de 1945 “And Then The Were None”, adaptación al cine de René Clair. Fuente: filmaffinity.com)