El Romancero Gitano de Lorca (Parte I)

por Juan José Suárez Laso

Lorca800

Os hacemos llegar a partir de hoy, y en sucesivas publicaciones, un estudio del “Romancero gitano” de Lorca acomodándonos al formato de nuestra publicación “El Desván del Museo”. Un formato que impide escritos de larga extensión y que, en nuestro caso, vamos a repartiros en una serie de artículos. Un análisis, una exploración, un ensayo, también se le puede llamar así, para proponer acaso una mirada a una obra poética dedicada, obsesionada, alucinada y fascinada por los gitanos y gitanas con los que Lorca mantenía un vínculo más allá de lo espiritual. Sirva esta aclaración como propuesta de continuidad de siguientes entregas y una invitación a su seguimiento.

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Los poetas son titanes que se atreven a robar la llama de la luz para aliviar la oscuridad de los hombres.

 

El Romancero Gitano es mi obra más popular, la que indudablemente tiene más unidad y es donde mi rostro poético aparece con personalidad propia, y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal.

Federico García Lorca

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No existe otro documento tan explícito como el que escribió Federico entre 1924 y 1927 condenando la  historia de los gitanos en España que, desde el siglo XV hasta nuestros días, ha sido un tratado de intolerancia, incomprensiones, prejuicios y humillaciones -pragmáticas, leyes, decretos y órdenes- con el único fin de su exterminio o de su expulsión del territorio. Persecución y muerte, esa es parte de la memoria de este pueblo que ha logrado sobrevivir malviviendo.

Federico García Lorca amaba sobremanera a los trágicos griegos. Consideraba la tragedia como la gran creación mediterránea que Occidente legó al mundo. Su mundo poético era trágico también. Yerma, Bodas de sangre, su Romancero gitano… Sus héroes trágicos: Mariana Pineda, Adela, Soledad Montoya… El ámbito de su creación, una Andalucía trágica. Federico, al igual que Esquilo, decía que cuando el hombre pierde su relación íntima con la naturaleza deja de percibir lo sagrado que hay en él, y por lo tanto, su dimensión más humana.

Federico nos descubre y nos revela con la luz de su creación a unos seres relegados al olvido durante siglos, a unos gitanos de principios del siglo XX que son seres humanos lastrados por la incomprensión y la intolerancia, marginados, que representan a todas las víctimas inocentes.

Prometeo, con la llama divina del conocimiento, nos hizo hombres. Federico, con su poesía, convirtió a los gitanos en protagonistas de este Romancero. Al final, Prometeo el rebelde, el alborotador del pueblo, el ladrón del fuego, el compasivo, será castigado a morir en el confín del mundo. Los buitres negros, enviados por su padre, le arrancarán el corazón a pedazos.

Federico, el rebelde, el alborotador, el ladrón del fuego de la poesía, el poeta del amor, el compasivo, también será castigado por los buitres negros del odio por haber escrito el Romancero Gitano.

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ROMANCE DE LA LUNA, LUNA.

La relación con la naturaleza.

La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos…”

Los pueblos primitivos narran sus historias con hermosas metáforas visuales y símbolos muy concentrados relacionados siempre con la intervención de la naturaleza en el destino del hombre y de la mujer.

La Luna viene a la fragua investida de encorsetados blancores. Bailarina mortal, madre yerma excitada por la belleza morena de un niño gitano. Ella, la diosa de las sombras, sabe que esta noche se va a cometer un crimen. Se sabe quienes fueron los asesinos: las sombras verdes negras y acharoladas, amparadas por la luz blanquecina de la Luna. Lorca se encontró un día a una gitana llorando desconsolada por la muerte de su pequeño porque, decía, “mi niño se ha ido de tanto mirar la luna”.

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SOLEDAD MONTOYA (ROMANCE DE LA PENA NEGRA)

El ejército encargado de hacer cumplir las leyes de separación forzosa de los gitanos y sus gitanas con la clara intención de exterminar al gitano.

El 31 de julio de 1749 se puso en marcha el proyecto de «exterminio» del pueblo gitano conocido como la “Gran Redada” —oficialmente, Prisión general de gitanos— que fue ideado y dirigido por el marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI, y que consistía en recluir separadamente a los hombres y a las mujeres gitanos para que no pudieran reproducirse y conseguir así su «extinción».

La pena del amor y el desamor.

“¡Qué pena tan grande! Corro

mi casa como una loca,

mis dos trenzas por el suelo

de la cocina a la alcoba.

¡Qué pena! Me estoy poniendo

de azabache carne y ropa.

¡Ay, mis camisas de hilo!

¡Ay, mis muslos de amapola..!”

 

La pena del desamor no puede estar callada. Imposible. Pena oculta encerrada en la cárcel del alma, amor imposible. Los amores imposibles son desgarradores porque acaban destrozando el corazón. Una pena solitaria recorre todo el Poema, una pena negra, insondable, trasegando el corazón de Soledad. La pena insufrible de la ausencia del amado. Es un infierno. Este poema deja abierta la puerta al Romance Sonámbulo. ¿No es acaso Soledad Montoya la gitana de la pena negra que muere de amor, la que se tira al aljibe desesperada de tanta espera sin fruto? Y su amado, el gitano sonámbulo, loco de no poder alcanzar la carne y la ropa de ella. Los dos amantes se encontrarán al final con la muerte, amparados por la luz blanquecina de la Luna. ¿Romeo y Julieta? Lorca escuchaba la voz del pueblo que se quejaba de antiguas heridas, la herida de una ley inhumana que llevaba el nombre de un inhumano aristócrata, mano derecha de un rey cruel. Una amante, gitana, alejada de su amante, gitano, contrae el desconsuelo y la angustia de la separación forzosa del amor.

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