El Romancero Gitano de Lorca (Parte III)

por Juan José Suárez Laso

Anunciación de los Reyes. San Gabriel.

ANUNCIACIÓN DE LOS REYES (SAN GABRIEL. SEVILLA)

Un bello niño de junco,
anchos hombros, fino talle,
piel de nocturna manzana,
boca triste y ojos grandes,
nervio de plata caliente,
ronda la desierta calle.

Sus zapatos de charol
rompen las dalias del aire,
con los dos ritmos que cantan
breves lutos celestiales.

En la ribera del mar
no hay palma que se le iguale,
ni emperador coronado
ni lucero caminante.

Cuando la cabeza inclina
sobre su pecho de jaspe,
la noche busca llanuras
porque quiere arrodillarse.

Las guitarras suenan solas
para San Gabriel Arcángel,
domador de palomillas
y enemigo de los sauces.

San Gabriel: El niño llora
en el vientre de su madre.
No olvides que los gitanos
te regalaron el traje.

II
Anunciación de los Reyes,
bien lunada y mal vestida,
abre la puerta al lucero
que por la calle venía.

El Arcángel San Gabriel,
entre azucena y sonrisa,
bisnieto de la Giralda,
se acercaba de visita.

En su chaleco bordado
grillos ocultos palpitan.
Las estrellas de la noche
se volvieron campanillas.

San Gabriel: Aquí me tienes
con tres clavos de alegría.
Tu fulgor abre jazmines
sobre mi cara encendida.

Dios te salve, Anunciación,
Morena de maravilla.
Tendrás un niño más bello
que los tallos de la brisa.

¡Ay San Gabriel de mis ojos!
¡Gabrielillo de mi vida!
Para sentarte yo sueño
un sillón de clavelinas.

Dios te salve, Anunciación,
bien lunada y mal vestida.
Tu niño tendrá en el pecho
un lunar y tres heridas.

¡Ay San Gabriel que reluces!
¡Gabrielillo de mi vida!
En el fondo de mis pechos
ya nace la leche tibia.

Dios te salve, Anunciación,
Madre de cien dinastías.
Áridos lucen tus ojos,
paisajes de caballista.

El niño canta en el seno
de Anunciación sorprendida.
Tres balas de almendra verde
tiemblan en su vocecita.

Ya San Gabriel en el aire
por una escala subía.
Las estrellas de la noche
se volvieron siemprevivas.

¿Cómo una simple vara de mimbre puede producir tanto desasosiego? ¿Cómo el Arcángel San Gabriel, mensajero de las buenas nuevas, puede portar un tirso tan destructor? ¿No sabías que en la Sombra de esa vara sonríe la Muerte? ¿No habrá sido la Luna quién se la ha regalado? En la iconografía universal de la Anunciación está significada claramente la ejemplar decisión por la vida; sin embargo, en esta Anunciación lorquiana está concentrada la infamia. La perversa Luna disfrazada de Don Juan, arcángel sevillano, seduce y embaraza a una niña gitana, a Anunciación de los Reyes, madre de Antoñito el Camborio, hijo de Ángel y Luna, hijo de dioses.

Lorca nos conduce al conocimiento de los dioses antiguos, a los destructores, los que conforman la realidad. Son las divinidades que guardan una relación de consonancia con el hombre, anterior incluso a la religión. La unión con la naturaleza. Y el gitano pertenece de una manera directa a la divinidad porque no tiene siquiera relación ritual –indirecta- con ella, sino que es íntimamente ella. Es parte de lo divino. Lorca fuerza dramáticamente la figura del gitano para acercarlo, convertirlo en héroe mitológico amarrado a la naturaleza. Como todos los dioses, el gitano pertenece a la unidad de la vida. No tiene la distancia del hombre que busca su lugar, que reflexiona existencialmente. Es uno con el todo. No pretende la búsqueda. Simplemente es.

El día a día del gitano en la época de Lorca es una lucha constante con un mundo hostil y peligroso. Federico ve en la vida de los gitanos que conocía una serie de héroes y heroínas que sacan fuerzas vitales ante una realidad que los condena al lugar del apestado. Y el poeta tenía querencia por las víctimas. Su obra está llena de ellas. Nace una batalla diaria de rechazos continuos donde Lorca toma postura defendiendo siempre al perdedor. El gitano es héroe por su postura vital ante la realidad.

Los poetas son titanes que se atreven a robar la llama de la luz para aliviar la oscuridad de los hombres.

Federico, el rebelde, el alborotador, el ladrón del fuego de la poesía, el poeta del amor, el compasivo, también será castigado por los buitres negros del odio por haber escrito el Romancero Gitano.

 

ROMANCE DEL EMPLAZADO

¡Mi soledad sin descanso!
Ojos chicos de mi cuerpo
y grandes de mi caballo,
no se cierran en la noche
ni miran al otro lado,
donde se aleja tranquilo
un sueño de trece barcos.

Sino que limpios y duros
escuderos desvelados,
mis ojos miran un norte
de metales y peñascos,
donde mi cuerpo sin venas
consulta naipes helados.
*
Los densos bueyes del agua
embisten a los muchachos
que se bañan en las lunas
de sus cuernos ondulados.

Y los martillos cantaban
sobre los yunques sonámbulos,
el insomnio del jinete
y el insomnio del caballo.
*
El veinticinco de junio
le dijeron al Amargo:
Ya puedes cortar, si gustas,
las adelfas de tu patio.

Pinta una cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo,
porque cicutas y ortigas
nacerán en tu costado.
Y agujas de cal mojada
te morderán los zapatos.
*
Será de noche, en lo oscuro,
por los montes imantados,
donde los bueyes del agua
beben los juncos soñando.

Pide luces y campanas.
Aprende a cruzar las manos,
y gusta los aires fríos
de metales y peñascos.
Porque dentro de dos meses
yacerás amortajado.
*
Espadón de nebulosa
mueve en el aire Santiago.
Grave silencio, de espalda,
manaba el cielo combado.
*
El veinticinco de junio
abrió sus ojos Amargo,
y el veinticinco de agosto
se tendió para cerrarlos.

Hombres bajaban la calle
para ver al emplazado,
que fijaba sobre el muro
su soledad con descanso.

Y la sábana impecable,
de duro acento romano,
daba equilibrio a la muerte
con las rectas de sus paños.

Federico se sintió siempre un emplazado. Él sabía que estaba emplazado por el tiempo, el amor y la muerte. Incluso aquel fatídico día de julio de 1936, cuando sin saber por qué, decidió ir a Granada.” (Marie Laffranque. Les idées esthétiques de Federico García Lorca. 1967)

El Romance constituye todo un emblema del destino trágico del hombre, emplazado para morir. También de amor. El Amargo representa el grado extremo de las expectativas del ser humano amenazado por la muerte. Configurado como un centauro que tiene que partirse en dos, mitad hombre, mitad caballo, combate entre el instinto y la razón en la encrucijada del amor y de la muerte.

Federico, como todos los hombres, ha sido emplazado. Pero para llegar a ese norte de metales y peñascos hay que cruzar irremediablemente la laguna Estigia, en la barca de Caronte. ¡Caronte aguarda! ¿No será la Luna disfrazada de barquero, rayo violento, la que viene a por él? Sí, es ella.

"Dale café, mucho café" fue la orden para asesinar a Federico.

«Dale café, mucho café» fue la orden para asesinar a Federico.

Las fuerzas negras del odio, representadas por este Caronte fascista, emplazan a Federico a seguirlo, subido en la barca de la muerte. ¿No es acaso este Romance una premonición de su propia muerte? ¿No es acaso Federico, el Emplazado?

Cada Romance de Federico es un alegato y una acusación a leyes crueles y violentas aplicadas, desde el odio y la inquina, por una sociedad perversa que mira a otro lado mientras sus iguales sufren el desprecio y el crimen. El ansia eugenésica vomita sobre el gitano lo más podrido del ser humano. Si Lorca no hubiese existido, los gitanos estarían, todavía, en el limbo primitivo del desamparo, pero gracias a él, pertenecen por derecho propio al mito de los héroes universales. Él, con su aliento poético, dio al gitano presencia social e histórica, hizo de él un ciudadano con su propia particularidad y circunstancia. Dio visibilidad a una comunidad fuera del orden. Orden, autoridad y comunidad que no contaba con los gitanos para nada. Lo elevó a leyenda y lo reconoció como una cultura que ofrece una visión del mundo más hermosa y tolerante.

A este pueblo, el más pródigo y antiguo afincado en Europa, imbuido por una envidiable aspiración de libertad y alforja de la más exquisita cultura, se le sigue dando por contrario y dañino por no acatar las leyes y rebelarse con pericia a cualquier norma que pudiera restringir su afán de libertad. Sabe, como nadie, que la vida es un guiño del sol y proclama a los cuatro vientos que para ser libres no hay que poseer ni tumba ni casa, disfrutando así del hermoso regalo de la vida. Federico García Lorca ha mirado al gitano, por amor, como nadie ha sabido hacerlo.

Su Romancero es una creación periodística poderosa en la que Lorca acusa unos hechos que trascienden el dolor humano individual. Da cuenta de una serie de leyes institucionales y un miserable racismo interiorizado, en la España de la época, dirigidos al exterminio del gitano. Más allá de su evidente riqueza y altura poética, Lorca nos muestra, en una crónica episódica macabra, la realidad, la conciencia, la relación y la forma de tratar del poder en España a los gitanos durante siglos enteros. Este Romancero está en la línea y sentido de los Desastres de la guerra” de Goya. Tiene el mismo peso como documento periodístico, informativo y revelador de una situación de podredumbre social donde el gitano, una vez más, es el objetivo de un odio histórico donde la muerte civil o exterminio es el anhelo. Aquí no hay guerra contra el francés, aquí está documentado y descrito el ultraje de una época, de una sociedad y de sus conciudadanos a un pueblo diferente que sufre el ansia y el abuso de la degenerada idea totalitaria de uniformidad.

 

El asesinato de Federico García Lorca.

Ante los reiterados avisos de poder ser asesinado, Lorca rechazó las ofertas de exilio y se dirigió a la Huerta de San Vicente para reunirse con su familia. Llegó allí el 14 de julio de 1936. El día 20, la guarnición militar de la ciudad se sublevó y en poco tiempo el centro de Granada estaba en poder de las fuerzas sublevadas. El cuñado de Federico y alcalde de la ciudad, Manuel Fernández Montesinos, fue arrestado en su despacho del ayuntamiento. Sería fusilado, ejecutado sin juicio, un mes más tarde.

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.” Decía el poeta.

En Granada buscó refugio en casa de la familia de su amigo el poeta Luis Rosales, donde se sentía más seguro. Dos de los hermanos Rosales, en los que confiaba, eran destacados falangistas de Granada. Durante la tarde del 16 de agosto, fue detenido por Ramón Ruiz Alonso, un exdiputado de la CEDA que sentía un profundo odio por su mentor, Fernando de los Ríos, y por nuestro poeta. Según el biógrafo de Lorca, el hispanista Ian Gibson, se sabe que esta detención “fue una operación de envergadura. Se rodeó de guardias y policías la manzana donde estaba ubicada la casa de los Rosales, y hasta se apostaron hombres armados en los tejados colindantes para impedir que por aquella vía tan inverosímil pudiera escapar la víctima”. Ramón Ruiz Alonso, poeta frustrado, había denunciado a Lorca ante el gobernador civil de Granada José Valdés Guzmán. Y Valdés consultó con Queipo de Llano lo que debía hacer, a lo que éste le respondió: «Dale café, mucho café». Según el historiador Ian Gibson, se acusaba al poeta de «ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y de ser homosexual». Fue trasladado al Gobierno Civil, y luego al pueblo de Víznar donde pasó su última noche en una cárcel improvisada, junto a otros detenidos.

Después de que la fecha exacta de su muerte haya sido objeto de una larga polémica, parece definitivamente establecido que Federico García Lorca fue fusilado a las 4:45h de la madrugada del 18 de agosto de 1936, en el camino que va de Víznar a Alfacar con treinta y ocho años. Su cuerpo, que jamás se recuperó, permanece enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes, junto con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Alcollar, ejecutados con él. Juan Luis Trescastro, familia de los García Lorca, presumiría días después de haber participado personalmente en los asesinatos, recalcando la homosexualidad de Lorca. «Él fue quien, después del asesinato, contó que le había metido dos balas en el culo por maricón» sostiene Ian Ibson.

“Siento una grandísima inquietud. Es una inquietud de vivir, que parece que mañana me van a quitar la vida.” Esto confesaba Federico.

“El veinticinco de junio

abrió sus ojos Amargo,

y el veinticinco de agosto

 se tendió para cerrarlos.”

En estos versos del romance de ‘El Emplazado’ Lorca habla de él mismo. Federico nació un cinco de junio y fue asesinado un dieciocho de agosto.

El 23 de abril de 2015 se hizo público un informe policial fechado el 9 de julio de 1965, basado en una investigación realizada ese mismo año, que corroboraba la ejecución de Lorca por las autoridades franquistas. En el informe se le acusaba de «socialista», amigo de Fernando de los Ríos, y «masón, perteneciente a la logia ‘Alhambra’, en la que adoptó el nombre simbólico de ‘Homero’», y le atribuía «prácticas de homosexualismo y aberración». También afirma que fue condenado a muerte tras «haber confesado», aunque no especifica qué habría confesado. El informe fue redactado por la 3ª brigada regional de investigación social de la Jefatura Superior de la Policía de Granada. El informe fue oculto por la dictadura franquista.

 

Con esta publicación termino la serie de artículos dedicados al “Romancero Gitano” de Lorca con la sensación de haber aportado un análisis diferente de la obra. Surgen muchas cuestiones que dejamos abiertas porque de un texto, de una obra poética tan extensa y compleja, siempre quedan retazos y sendas por recorrer. La intención última de esta serie de artículos ha sido la de mostrar al lector un examen del “Romancero Gitano” lo más sincero posible, cuando por sincero entiendo que Lorca, más allá de su altura poética y proyección artística, quiso dejar constancia del sufrimiento del pueblo gitano en España durante una época concreta.