La noche de los grilletes

por David Cortés Cortés

Dibujo_LaNocheDeLosGrilletes_DanielDiaz_2*Dibujo de Daniel Diaz Heredia

 

Culpables de genocidio: Gaspar José Vázquez Tablada, Gobernador del Consejo de Castilla y obispo de Oviedo; Marqués de la Ensenada, “secretario de todo”; y Fernando VI, Rey de España.

Luego que se concluya la reducción de la caballería se dispondrá la extinción de los gitanos. Para ello es menester saber los pueblos en que están y en qué número. La prisión ha de ser en un mismo día y a una misma hora”. Real Orden para la prisión de gitanos y gitanas, 1749, Fernando VI.

A las doce de la noche del 30 de julio de 1749, la libertad de más de doce mil gitanas y gitanos en España fue violentada, los grilletes rodearon sus cuellos, sus muñecas, sus pies y caminaron hacia su  estardó.

Fue el primer intento de genocidio en la Europa Moderna y debe formar parte de la memoria histórica de nuestro país y de la humanidad entera. Debe ser reconocido, tanto por el mundo académico como por el Estado, y debe reconocerse y ponerse en marcha una hoja de ruta para la dignificación de las víctimas equiparable a las de otros genocidios y crímenes de lesa humanidad perpetrados en la modernidad.

¿Se imaginan un monumento a Adolf Hitler en un edificio oficial del Estado alemán? ¿Entonces porque razón se permite que en la Calle de la Vara del Rey, número 1, en el Palacio del Gobierno de La Rioja exista un busto del Marqués de la Ensenada? Debajo de este busto, se encuentra el Km 0 del Antigitanismo institucional en el Estado Español.

El Antigitanismo no es una cosa del pasado, sigue perviviendo en la estructura de la sociedad en forma de segregación geográfica, segregación escolar, pobreza, exclusión, marginación, prejuicios, desconfianzas, violencia policial, discursos de odio, … Y todo forma parte del mismo hilo conductor que llevó a los reyes católicos a firmar la primera pragmática antigitana en 1499 o a Fernando VI a intentar eliminar a los gitanos y gitanas de este país en 1749. Es el mismo odio.

Miguel Ángel Fernández, Pedro Antonio Calahorra Hernández, Daniel Jiménez, Eleazar García, Stanislav Tomás. Puede que a muchos no les suenen sus nombres. Son supuestas víctimas de la violencia de las personas que se suponen que están para garantizar nuestra seguridad. Los medios no se hacen nunca eco de sus nombres, y los que lo han hecho ha sido para trivializar, banalizar o justificar sus muertes. Dejémonos de eufemismos y llamemos a las cosas por su nombre, por derecho y honor a la verdad.

Manuel, delante de su hijo, habas manchadas de sangre .Su asesino fue alabado en las redes sociales y excusado en los medios de comunicación. Hoy se encuentra en libertad tras el pago de una fianza de 5.000€. Recordemos que el precio de una fianza debe servir para responder económicamente de manera subsidiaria por el agravio del que a uno se le acusa. En otras palabras, el precio de la vida de Manuel ha sido fijado por un juez en 5.000€. Felipe IV, 8 de marzo de 1633: 200 reales por gitano cazado y 50 reales por gitana cazada. Antigitanismo del pasado y antigitanismo del presente.

La justicia se alcanza con Justicia, con Leyes Contra el Antigitanismo, con Reconocimiento, con Reparación, con Acción.

El Baró Estardipen, además de ser un plan de extermino biológico y epistemológico, también generaría un legado de pensamiento violento anti-democrático, un legado que sigue vigente en nuestros días y que debe ser abordado por los poderes públicos.

El Antigitanismo se convierte en la auténtica prueba de fuego de una democracia. Si las instituciones de las que emanó ese odio hacia nosotros siguen existiendo, hay que exigirles responsabilidades. Los bienes confiscados durante el Baró Estadipen, el sudor en los arsenales, las lágrimas en las galeras, las vidas pérdidas en un proyecto de exterminio que además nos utilizó como mano de obra esclava para construir este Estado siguen esperando justicia, reconocimiento y reparación.

Un 30 de julio de hace 272 años, 10 generaciones atrás, 5.000 soldados del ejército entraron a caballo invistiendo las casas de los nuestros, destruyendo a golpes y alaridos los pórticos de sus casas, destruyendo su paz.  Esa noche sin estrellas, donde capturarían a más de 9.000 gitanos y gitanos,  separaron a los hijos de sus madres, a los hombres de las mujeres, encadenaron a nuestros niños y niñas, a nuestras mujeres, a nuestros hombres, a nuestras ancianas, a nuestros ancianos. Todos notaron el peso de las cadenas y los grilletes. Entre las órdenes firmadas por Fernando VI estaba acabar con la vida de todos los que intentasen huir. Su calvario fue más rápido. Otros debieron esperar a morir por enfermedad o por esclavitud. Pocos fueron los que llegaron vivos a ver la libertad decretada dieciséis años más tarde.

Sin contar con la ayuda de la Iglesia Católica, este genocidio no hubiera tenido el macabro éxito que consiguió. Todo plan de exterminio tiene una estrategia. Este genocidio no hubiera sido posible sin la represión y el control previo del Estado mediante leyes Antigitanas, la disposición total del Gobierno del Estado y su ejército y la colaboración necesaria de la iglesia católica -el Papa Benedicto XIV excluyó a los gitanos y gitanas la posibilidad de acogerse a sagrado.

Este genocidio premeditado en secreto por todos los estamentos de poder del Estado se acabó de gestar durante los meses de junio y julio de 1749 desde la Secretaría de Guerra y las capitanías Generales. Se privó de libertad entre 9.000 y 12.000 gitanos y gitanas. Los separaron por sexos para así hacer así posible la extinción biológica del Pueblo Romaní, del Pueblo Kalé.

Los hombres y niños a partir de 7 años serían enviados a trabajos forzados a los arsenales de Cádiz, Ferrol y Cartagena y las minas de mercurio de Almadén, donde la mortalidad era muy elevada.

A las mujeres, niñas, ancianas y menores de siete años se les encerrarían en casas de misericordia, fábricas y cárceles ubicadas en el Castillo de Santa Pola de Alicante, las Alcazabas de Almería, Málaga y Zaragoza, donde serían sometidas a  trabajos de esclavitud y muerte del ser, bajo el lema de la restitución cultural del saber, el ser y el poder Romaní.

A nuestros ancianos los condenarían a morir de sufrimiento, solos y de enfermedades que una vez aparecidas no se suministraban ningún tipo de medicamentos, ni de tratamientos. Condenados a vivir hasta la muerte en casas cuarteles y hospicios de cal de lamento y sufrimiento.

Desde ancianos y ancianas hasta niños y niñas, que a muchas y muchos no les daría ni tiempo aprender a caminar, murieron consecuencia del Baró Estardipen. Caminos de pétalos rojos del recuerdo por nuestras víctimas, heroínas y héroes de Nuestro Pueblo, de los que somos descendientes el Pueblo Kalé.

El Real Indulto de Carlos III, de 16 de junio de 1763, no se pondría en práctica hasta 1765, siendo el último Kalé liberado en 1783. Sin embargo, la liberación de nuestro pueblo estaría exenta de libertad, ya que para ser consideradas ciudadanas y ciudadanos al amparo de los derechos, deberían dejar en esas paredes de cal y sufrimiento su Rromanipen, su idioma, su memoria cultural, incluso el propio sustantivo ‘gitano’. Para ser libres debían dejar de ser ellos mismos, debían dejar de ser gitanos. Los gitanos nunca tuvieron derecho a la libertad. Primero Genocidio, luego Epistemicidio.

De la misma manera que nuestros ancestros, sometidos y sometidas al Baró Estardipen, enviaron cartas desde el lamento y el dolor para la liberación de su pueblo, hoy 30 de julio yo también escribo esta carta exigiendo a las instituciones públicas que pongan fin a lo que los Reyes Católicos inauguraron en 1499.

 

“Pupilas exacerbadas que escuchan con satisfacción
cadenas pesadas que se funden con los huesos.
Túnicas moradas que acarician mármoles,
que son sepulcros de almas sin alma.
Oro que rodean el pensamiento, rubíes en los pulgares,
muerte al golpe de un sello que destila semillas de odio,
de las que fluyen árboles del “bien común”
que establecen bosques de anti-biofilia
que dan oxígeno al Antigitanismo.
Trataron arrancarnos la sal de nuestro ser,
pero se olvidaron que somos los océanos infinitos.
Trataron de devorar nuestras semillas,
pero se olvidaron que nuestro latir del espíritu ilumina las estrellas del universo.
Trataron de hacer desvanecer nuestra mirada,
pero se olvidaron que la génesis de la vida reside en nuestra pupilas.
Mi alma es Kalé, mi alma es Romaní.”