Perspectivismo Gitano I. ¿Por qué dudan que fuésemos peregrinos?

por Isaac Motos

Grabado Jacques Callot _ Les Bohémiens en marche

Tendemos a pensar la historia como la preservación de la memoria que conservando los recuerdos lucha contra el olvido. Sin embargo, la memoria también está constituida por olvidos. Sin recuerdo no habría memoria y sin olvido tampoco. Son el anverso y el reverso de lo mismo.

Ahora bien, cada uno de estos elementos se manifiesta de distinto modo. El recuerdo tiene una relación directa con lo que se dice mientras que el olvido con lo que se muestra. Lo expresado en un pensamiento no está únicamente en lo que dice sino también en lo que se muestra. ¿Qué muestra?  Un transcendental, esto es su condición de posibilidad dentro de un a priori histórico determinado.

Entiendo que un caso paradigmático de este fenómeno podemos verlo operar en torno a la creación de la memoria del devenir gitano. Si hacemos zoom en este devenir y nos centramos en una interpretación acerca del peregrinaje gitano podremos ver moverse muy de cerca de lo que vengo diciendo.

El peregrinaje constituía una práctica protegida desde hacía siglos y constaba con un corpus legislativo propio dirigido a proteger a los peregrinos al menos hasta el siglo XVI. Es la conocida como Paz del Camino. A esta legislación se acogieron los gitanos al comienzo del siglo XV y por esta legislación fueron reconocidos por duques, condes, príncipes, reyes, Emperadores y Papas desde su primera aparición en la Europa occidental en la ciudad de Basilea en 1414.

Ahora bien, contra lo que el sentido histórico indica muchos historiadores ven en esta presentación como una representación, como una farsa ideada por los gitanos para engañar a las autoridades. Pondremos algunos ejemplos ilustrativos de una práctica interpretativa sobre este asunto que o bien la deja constar de manera directa o bien abre el espacio epistémico a tal interpretación. Así, puede leerse en Teresa San Román; Es Sorprendente cómo ingeniaron los gitanos su entrada en el país para lograr tan brillante reconocimiento… O en Félix Grande; El engaño dura muy poco…

Frente a este hecho interpretativo se pueden apelar varias objeciones, pero la más obvia a mi entender es la siguiente: ¿por qué durante todo el siglo XV se les reconoce como peregrinos en los distintos países y reinos europeos y se les concede la condición jurídica de tal reconocimiento si realmente era un engaño urdido por las distintas bandas de gitanos? La respuesta más evidente es sencillamente porque eran peregrinos o cuando menos existencialmente se comportaban como tales.

La interpretación del peregrinaje gitano como un ardid no es sostenible al menos por un motivo de muy difícil probatura; ¿es posible que todas las autoridades de los distintos reinos de Europa occidental que reconocían para los gitanos el estatuto de peregrino y les concedía salvoconductos fuesen presa del mismo engaño?, entonces, ¿por qué se hace esta interpretación histórica que duda sobre la veracidad del peregrinaje gitano?

Ante esta objeción se abre la posibilidad de ensayar una inversión perspectivista e invertir la carga de la prueba para cuestionarse ¿por qué a pesar de ese reconocimiento de peregrinos algunos historiadores interpretan el peregrinaje gitano como un engaño? Esta cuestión nos abre la posibilidad de rastrear no lo que se dice sino lo que se muestra. Lo que se muestra en esta interpretación es un transcendental, esto es su condición de posibilidad dentro de un a priori histórico determinado. Transcendental porque es lo que hace posible su aparición. A priori histórico porque obedece a un campo semántico históricamente construido en el que se está situado.

La condición de posibilidad de que pueda hacerse la mencionada interpretación del peregrinaje en términos de engaño es porque el hecho gitano está situado en un marco hermenéutico que se ha construido históricamente por medio de una semantización que gira en torno al ‘desotramiento’ y a la esencialización. Lo primero entendido como negación de su ser y lo segundo como su identificación con otra cosa de lo que dicen ser.

Esta elección interpretativa sitúa ontológicamente el hecho gitano entre la afirmación de su no-ser y de “ser otra cosa” y tiene como efecto epistémico que el hecho gitano no es verdad, pero tampoco es mentira. Se sitúa en un terreno intermedio entre la verdad y la mentira esto es, en el engaño. Los gitanos no son lo que dicen ser, sino que son otra cosa. No son verdaderos, pero no son del todo falso. Se muestran distinto de lo que son. No son tal como se muestran.

Esta transmutación semántica no se fundamenta en que los gitanos engañaran sobre su modo de vida sino en la irrupción de una cosmología discursiva que aparece en torno al siglo XVI para la cual los gitanos dejan de ser peregrinos para convertirse en delincuentes, peligrosos, (auto) marginados. Esta decisión interpretativa crea una receptividad, una memoria, pero la creación de este recuerdo tiene como condición de posibilidad el olvido de que no es más que una elección interpretativa motivada por varios factores que no puedo precisar en este momento.

La imbricación de este doble eje entre desotramiento y esencialización es la urdimbre sobre la que se teje la trama interpretativa sobre el hecho gitano. Este es el campo epistémico en el que está situado el hecho gitano y el marco hermenéutico desde el que se le interpreta. Es el fondo originario de la precompresión del hecho gitano.

Esta es la red interpretativa que hace posible la recepción del peregrinaje gitano como engaño. Es la condición de posibilidad que hace posible que la RAE incluyera trapacero en la definición de gitano. Es la condición de posibilidad de que historiadoras como Sánchez Ortega afirmen; Sigue constituyendo para la España actual un problema social de difícil solución a causa del propio y voluntario aislamiento de los gitanos y de la resistencia que ofrecen para integrarse en el mundo contemporáneo.

Ya sabemos lo que se dice, nos toca ahora desolvidar lo que se muestra.