¿Vives o sobrevives? (Reflexiones sobre el racismo, el feminismo y el patriarcado)

por Esther Fernández

mujer kalí

El 8 marzo no es la fiesta del día de la mujer sino la reivindicación para visibilizar la pauperización de las mujeres, por el simple hecho de nacer mujeres.

Ahora es muy cool hablar de pobreza energética y feminización de la pobreza, pero solo cuando lo dicen las mujeres blancas occidentales ‘con capacidad de agencia’ y de generar narrativa y opinión social.

Porque las mujeres gitanas llevamos reivindicando estas lamentables situaciones desde hace ya muchos años. Partimos, en comparación con la sociedad mayoritaria, de una posición inferior que nos mantiene en una postura socioeconómica deplorable, donde el ciclo de la pobreza se hereda de padres a hijos. Las feministas empoderadas refieren a la meritocracia como estandarte de superación de todas las problemáticas, si fuera así ¿porque las mujeres siguen en una posición de subordinación? ¿Acaso no se han esforzado o trabajado lo suficiente?

Entonces, revisemos los determinantes socioeconómicos que, sumados al persistente antigitanismo histórico, resulta en una sinergia de diferentes violencias tanto económicas como psicológicas, que atraviesan el cuerpo y las vidas de las mujeres gitanas. Si revisamos apuntes de psicología del primer año de grado, nos encontramos con la olvidada pirámide de Maslow, la jerarquía de las necesidades humanas. Si no tenemos cubiertas las necesidades primarias difícilmente nos podemos proyectar en necesidades superiores, es decir, si no tienes para comer, un techo y agua caliente, difícilmente vas a pensar en costearte una carrera universitaria, ni siquiera un grado superior.

En lo que se refiere al capital social, vaya, la historia sigue teniendo su peso. Las políticas de los años 80 de rápidos realojos en relación a los Juegos Olímpicos getificaron a mucha población, dejándola en una situación económica lamentable, entre ellas muchas familias gitanas. Estas políticas generaron y perpetúan a día de hoy el distanciamiento social entre la población gitana y el resto de sociedad. Este factor que pasa inadvertido y se suele pensar que “los gitanos solo quieren relacionarse con otros gitanos”, ha tenido un impacto significativamente negativo, pues el capital social es importantísimo para el acceso a las oportunidades, tanto laborales como de promoción social.

En relación al ámbito de la salud el impacto es impresionante, indefensión aprendida, efecto Pigmalión, ansiedad, etc. Vivir en modo de supervivencia mantiene el cuerpo siempre en alerta y conlleva estrés crónico y problemas de corazón, entre otros. En fin, a los datos me remito, según la Encuesta de Salud Nacional[1] la esperanza de vida de la población gitana oscila entre 10 y 14 años menos que el resto de población.

Pero para entender mejor esta parrafada tendríamos que revisar un poquito la historia, tal vez así comprendamos mejor.

Siempre hay personas ‘civilizadas y cultas’ que remiten a nuestra cultura como pilar de todos los males acaecidos en la población gitana e, incluso, en la sociedad mayoritaria. Veamos algunos autores que nos pueden ayudar a desentrañar esta concepción del imaginario social:

El origen de las categorías raciales: la colonialidad del poder

(…) la clasificación de las personas según su pertenencia racial que hizo el Imperio Español conformó un sistema jerárquico de estratos sociales en el que los hombres blancos estaban en la cima y las mujeres negras en la base, según la pureza o impureza de su sangre que se establecía según su raza o su cruza racial. (…) Se consolidó así, junto con esta idea, otro de los núcleos principales de la modernidad/colonialidad: Una concepción de la humanidad, según la cual la población del mundo se diferencia en inferiores y superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados, tradicionales y modernos (Quijano, 2007b: 94-95).[2]

 

El racismo cultural

El “racismo cultural” se articula siempre en relación con los discursos de pobreza, de oportunidades en los mercados de trabajo y de marginalización. El problema de la pobreza o el desempleo de las minorías racializadas se construye como un problema de hábitos o creencias, es decir, como un “problema cultural”, (…) asume que la “cultura” metropolitana es diferente de la “cultura” de las minorías étnicas entendiendo esta diferencia de manera absoluta y esencialista: “somos tan diferentes que no podemos vivir juntos”, “las minorías están desempleadas o viven en niveles altos de pobreza debido a sus valores y comportamientos culturales”, o “las minorías pertenecen a unas culturas tan distintas que no pueden entender las normas culturales de nuestro país”. (Grosfogel, 2007, p. 11) [3]

 

Observamos según los autores que, el poder está estrechamente relacionado con la representación, es decir, las desigualdades se vinculan con las categorías sociales como mecanismo que condiciona los procesos de distribución de roles sociales y acceso a los recursos (riqueza, prestigio, poder, etc.) en base a diferencias entre colectivos socialmente construidos.

 

¿Entonces qué pasa con la población gitana y el antigitanismo?

La construcción de la subalternidad gitana por parte de la cultura occidental se relaciona con categorías como incapaces de autogobernarse, atrasados, incultos, amorales, imprevisibles, apasionados, irracionales, inferiores, vagos, ladrones, criminales, etc. Son calificativos que han sido empleados a lo largo de la historia para referirse a la población gitana; algunos de ellos específicos para las mujeres, como rameras, libidinosas y manipuladoras. Estas clasificaciones han convertido al pueblo gitano en chivo expiatorio de todas las calamidades y crisis económicas acaecidas en el Estado Español, cosa que a día de hoy sigue sucediendo. Otro factor importante a tener en cuenta es que el antigitanismo desactiva el mecanismo de empatía y normaliza la discriminación.

 

(…) Los campos semánticos enfrentados de “civilizado” y “barbarie”, sigue siendo una de las más eficaces arquitecturas normativas de la modernidad occidental. (…) La prolongada historia de etiquetado que ha convertido a los gitanos en epitome de lo indeseable. (…) pocos grupos sociales han sido objeto de un proceso exógeno de construcción cultural de su imagen colectiva tan largo y denso como el que ha recaído históricamente sobre el pueblo gitano. (M. Sierra, 2019: 3-6).

En definitiva, las mujeres gitanas sufrimos una triple discriminación, por ser mujeres, gitanas y de clase social baja, por tanto, lo tenemos más difícil para desarrollarnos en todos los ámbitos. Por poner algunos ejemplos, la falta de recursos económicos se traduce en un bajo nivel académico, puestos laborales precarios o economía sumergida. Sin olvidar las escuelas segregadas, en la cuales hay un mayor porcentaje de inmigración y población gitana con un currículo vehicular muy bajo por parte del centro, que genera un sesgo entre las expectativas de desarrollo y la realidad. Cuando las y los jóvenes llegan a bachillerato no tienen el nivel suficiente y esto causa frustración, conlleva fracaso y absentismo escolar, además de no adquirir competencias en dispositivos tecnológicos, aumentando la brecha digital y generado un sesgo en la adquisición de competencias tecnológicas. Un impacto más a añadir, ahora no se visibiliza, pero en un futuro estas personas, que ya tendrían que estar formadas, están quedando excluidas del sistema antes de cumplir la mayoría de edad.

Pero esto no es cosa de gitanos, España lidera el abandono escolar en la Unión Europea, pues la tasa de abandono escolar de jóvenes de entre 18 y 24 años asciende al 20%[4], datos que refieren al conjunto de la sociedad española. Por lo que podemos concluir que no es que las familias gitanas no se preocupen de que sus hijos asistan a la escuela, como muchas veces he tenido que escuchar. Tal vez, se invierte muy poco en educación y sanidad y demasiado en armamento.

Para finalizar, me gustaría recordar que desde la equidad se puede lograr la igualdad de oportunidades, y que no es una utopía, porque para eso estamos aquí TODAS LAS MUJERES GITANAS, que la fuerza de las jóvenes radica en el consejo de las ancianas.

Sí, se puede. Opre Romnja!

[1] https://www.sanidad.gob.es/areas/promocionPrevencion/promoSaludEquidad/equidadYDesigualdad/comunidadGitana/encuestasNacionales/docs/ENS2014PG.pdf

[2] Colonialidad del poder y clasificación social (A. Quijano. 2015)

[3] Las migraciones coloniales del Caribe a Estados Unidos y Europa Occidental: colonialidades diferenciadas en cuatro centros del sistema-mundo. (Grosfogel. 2017)

 

[4] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/7523529/04/16/Espana-lidera-el-abandono-escolar-en-Europa-pero-se-situa-por-encima-en-educacion-superior.html